Pablo Álvarez
Viernes, 31 de marzo 2017, 22:43
Como todo (o casi), tiene un nombre en inglés: se llama 'slamming'. Con ese palabro viene a llamarse a una práctica desgraciadamente extendida entre algunos comerciales con la mano muy larga y el escrúpulo muy corto: cambiar a un cliente de compañía sin que ... éste llegue a saberlo... hasta que es demasiado tarde. En España el fenómeno alcanzó cotas preocupantes a principios de este siglo, sobre todo en el sector de las telecomunicaciones. Incluso llegó al Parlamento por la mano de alguna asociación de consumidores, alarmada por la extensión del fenómeno.
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Ahora el 'slamming' ha vuelto, pero ha cambiado de sector. El objetivo principal es ahora el sector de la energía, a caballo del subidón de la factura eléctrica del último quinquenio. Pero el objetivo de los comerciales más desaprensivos es el mismo: conseguir a toda costa que el cliente cambie de compañía , incluso sin él saberlo, para embolsarse la comisión de la operadora correspondiente.
La pasada semana se vivió en La Rioja un caso extremo: seis personas fueron detenidas por formar parte de una red que cambió a medio centenar de personas de compañía de luz y gas sin que ellas hubieran dado el más mínimo consentimiento. Una logroñesa afectada por este tipo de prácticas contaba a este periódico cómo, a partir del robo de una de sus facturas del buzón, se encontró dada de baja en su compañía (Iberdrola) y dada de alta en otra. Y, lo que es peor, sin saberlo: de no mediar la comunicación de Iberdrola, esta vecina se hubiera encontrado en pocos meses con la luz cortada. Y es que la red daba de alta a los usuarios usando sus datos, pero con números de cuenta que no correspondían. En poco tiempo, por los impagos, se hubieran quedado sin electricidad e incluidos en una lista de morosos.
Es un caso extremo, en el que los delincuentes ni siquiera llegaban a hablar con sus víctimas. El 'slamming' más tradicional suele intentar conseguir los datos del usuario y su firma de otras formas, bien prometiendo descuentos o cambios de tarifa, bien camuflando que lo que se está haciendo es en realidad un cambio de compañía.
¿Qué hacer para evitarlo? Sin duda, la mayoría de los comerciales que aparecen ante su puerta no van a intentar usar esas malas artes con usted, pero por si acaso, hay un par de consejos que siempre funcionan... y que evitan problemas.
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- No firme nada en el momento: puede que lo que le ofrezca el comercial que está ante su puerta sea realmente una buena oferta. Pero si es así, lo será también mañana, después de que la haya estudiado y consultado con la almohada. Si ve que la interesa, pida los papeles... y que el comercial vuelva otro día.
- De datos, nada: sus facturas son cosa suya. No facilite sus datos, y mucho menos los bancarios, si no está totalmente seguro de que quiere aceptar lo que le ofrecen.
- Puede echarse atrás: tiene usted el derecho a echarse atrás de todo contrato que firme en su casa o por teléfono. Puede hacerlo en los 14 días siguientes, sin dar explicaciones ni sufrir penalización alguna.
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