Dame la velocidad que pago

La OCU desvela que la rapidez media de Internet es la mitad de lo prometido

Pablo Álvarez

Domingo, 5 de marzo 2017, 22:43

La campaña se llama «Dame la velocidad que pago». Aunque también pudiera llamarse «No me prometas lo que no vas a darme». Porque de eso se trata: de que los proveedores de Internet en España prometen unas velocidades que prácticamente nunca se pueden cumplir, ... y a sabiendas de que nunca podrán cumplirlas. Y como demostración, los datos.

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La OCU comenzó hace ahora tres meses una campaña bajo el lema #Damelavelocidadquepago. Se trataba de poner de manifiesto que la práctica totalidad de los españoles tiene en sus casas un Internet a una velocidad de descarga mucho menor de lo contratado. No es que ése fuera un hecho desconocido: dada la regulación actual, a las compañías les está permitido publicitar sus tarifas con el máximo de velocidad que se puede encontrar un usuario de la misma.

finanzas... de andar por casa

Así, cuando un operador afirma que ofrece una tarifa de «hasta» 100 megas, no está mintiendo. Pero en realidad, para conseguir esos 100 megas hace falta poco menos que vivir en la central telefónica de su zona: el resto de los mortales irán perdiendo calidad de la señal (y con ello, velocidad) según se alejen de dicha central; y hay más factores que afectan, como el tráfico de Internet en cada momento, las posibles interferencias electromagnéticas o incluso climatológicas o el estado de la instalación de un cliente determinado

Así pues, esos «hasta 100 megas» de nuestro ejemplo son poco más que un eslogan. En su campaña, la OCU lleva revisadas ya la velocidad de más de 20.000 usuarios de Internet en España, que han medido su velocidad con el test del que dispone la organización en su página web. Los resultados son desoladores: los usuarios de ADSL «tradicional» (no mediante cable de fibra) obtienen de media el 51% de la velocidad máxima que tienen contratada. La mitad. Y eso que la OCU sólo tiene en cuenta aquellos 'test' que se realizaron conectando el ordenador al router mediante un cable, para eliminar la pérdida de señal por el wifi doméstico.

En el caso de las conexiones de Internet por cable de fibra óptica los resultados son sensiblemente mejores: la velocidad media es el 78% de lo contratado, aún así con un cuarto de la velocidad prometida que se pierde en el éter. Curiosamente, las conexiones que salen peor paradas son las teóricamente mejores, las de 300 megas. En realidad, de media se quedan más bien en 150: la media de la velocidad es el 55% del máximo contratado.

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Al menos, cosquillas

Y todo, dicho de nuevo, de manera legal: la regulación española permite que con el uso del «hasta» las compañías publiciten un servicio que luego saben positivamente que no podrán dar, al menos no como lo venden. Ante eso, la campaña de la OCU pide algo muy simple: «Si prometen, que cumplan. Si ofrecen velocidades de vértigo, que el usuario sienta al menos cosquillas».

Básicamente, lo que la organización de consumidores pide es que se obligue a las compañías a informar a los consumidores de con qué velocidad podrá contar en su domicilio (no en el mejor de los casos posibles, sino en el caso concreto de quien contrata) y también a que se deba garantizar por escrito el cumplimiento de un porcentaje del 80% de esa velocidad. Es decir, a que cada uno tenga una oferta personalizada de la velocidad que es técnicamente posible en su hogar, y a que esa velocidad se cumpla, dentro de las posibilidades técnicas.

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Evidentemente, eso supondría una adaptación de las tarifas: pasar de un café para todos en el que se paga por una velocidad que realmente no se tiene a un traje a medida en el que el usuario pagara exactamente por la calidad del servicio que recibe él. Sin «hastas».

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