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Miguel Martínez Nafarrate
Viernes, 24 de febrero 2017, 12:55
Los hay listillos que aparcan de mala manera para no tener que molestarse lo más mínimo y recoger el pan desde la ventanilla del todoterreno. Los hay todavía más listillos que reiteran su comportamiento incívico de manera reiterada. Aún queda otro escalón sobre el que ... podría dar una conferencia Esperanza Aguirre... Medio en acera, sobre la acera, sobre césped, en el carril bici... Hay quien aparca sobre el barro y pone todo perdido, en zonas peatonales, en plazas... También hay quien 'guarda' el 'buga' en la calle. Cuatro, cinco, seis meses. Da lo mismo. El problema no queda reservado al automóvil. Hay furgones, camiones, motos y bicis. De todo.
El asunto del aparcamiento enfurece al personal, como se ve casi a diario en nuestra sección de fotodenuncias, 'La Guindilla'. Pero no dejamos de sorprendernos por las increíbles piruetas de las que es capaz el personal para aparcar el coche. Lo cual cabrea no sólo al que observa una práctica ilegal y tira de móvil para retratar ese momento infame, sino también al que tiene que aparcar. "Si han sido sólo cinco minutos señor agente", es un grito desgarrado para evitar la talegada mientras llevamos las manos llenas de bolsas con la compra. Es un verdadero disparate y un problema diario.
La ciudad ya no es para el coche. Hace tiempo que el vehículo ha pasado de ser una solución a ser el problema. Más bicis y menos coches rescataría la ciudad de tráfico y nuestras arterias, de las dos clases, se liberarían de humo y colesterol.
Aparcamientos gratuitos en el centro con más vehículos eléctricos y menos de combustión también sería una opción para animar al cambio de una transición que parece imparable, pero aquí todavía nos quedan muchos años por delante para seguir los pasos de Noruega.
Ahora que tanto se habla del coche autónomo (pedazo de invento) una idea para fabricantes sería el 'aparcamiento autónomo'. El coche te deja en un punto y se pira a aparcar solito. Luego, un pincho de tortilla después, le das a no se sabe bien qué botón de otra imaginaria aplicación del móvil, y viene a recogerte de manera diligente. Eso sí que molaría. Que se busque la vida el vehículo.
De momento, restringir el tráfico rodado en el centro como en Londres a base de tarifazos es otra de las soluciones disuasorias y recaudatoras y más ahora que está en el alero el tema de las plusvalías. El bolsillo, el palo o el saqueo con las multas, por desgracia, modula comportamientos. Claro que si sacamos todos la bici de casa enseguida buscarían los munícipes nuestros veinte dígitos para obligarnos a algo. Cien por no llevar timbre o cestita en el manillar. Si es que nos adoran.
Pero volviendo al tema, aparcamos como nos sale del forro y raro es el día que no recibimos una fotodenuncia sobre el mismo asunto. ¿Dónde está la poli cuando se les necesita y que no vengan a chincharme con un pilotito roto o si media rueda pisa no sé qué color?, exclaman algunos (y nosotros borramos sistemáticamente de nuestras picantes guindillas). Hartos de dar vueltas como tontos y de pagar zonas verdes, azules y naranjas y parkings de todos los colores, tamaños y ubicaciones, el coche plegable también sería una solución.
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