Mesa presidencial del último congreso celebrado por el PP de La Rioja, en el año 2012, en Riojafórum. :: juan marín

El PP y el derecho a decidir

Llega la hora de discutir sobre el relevo (o no) de Pedro Sanz como líder popular

Jorge Alacid

Miércoles, 22 de febrero 2017, 10:40

Tic-tac, que diría Pablo Iglesias. El reloj de la política dispone de sus propias normas y marca la agenda de partidos e instituciones cabezonamente: en lo que afecta al PP de La Rioja, el calendario que rige la convocatoria de su próximo congreso impone ... un ritmo muy particular cuyo primer hito ya se avecina. Puesto que ese congreso debe celebrarse un mes después de que sea convocado, y puesto que la fecha prevista es el 31 de marzo, las cuentas salen solas: dentro de una semana tendrá que haber novedades.

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Con una salvedad, como precisa su coordinador general, José Luis Pérez Pastor. Que la ponencia de estatutos aprobada en el reciente cónclave de Madrid, donde se consignaba ese plazo de un mes entre la convocatoria y la celebración del congreso, aún no es oficial. Hasta entonces, recuerda el propio dirigente del PP, el plazo habilitado era de 45 días: pero se trata de una norma que hubo que adaptar a la realidad de que los distintos congresos, del nacional a los regionales, se fueron aplazando por exigencias de la demora en formar Gobierno durante la actual legislatura. «Tenemos que esperar a que se apruebe el articulado final de la ponencia de estatutos», señala Pérez.

De ahí debe salir el detonante que permitiría convocar ya el congreso regional, cuya configuración replicará la normativa impuesta para la celebración del congreso nacional que entronizó a Mariano Rajoy casi por unanimidad. Un alto consenso que, de momento, no parece entrar en los planes del PP riojano. Prevalece la división entre los partidarios de José Ignacio Ceniceros y los afines a Cuca Gamarra, a quien apoya también el aparato que sigue controlando Pedro Sanz. El actual líder del PP riojano, de hecho, ni siquiera ha desvelado si permanecerá al frente del partido o si, como se da por descontado, cederá ese puesto para ser relevado por una nueva dirección. Sanz prometió hacer públicas sus intenciones una vez superado el congreso nacional pero de momento sigue aplazando su pronunciamento expreso. En sus declaraciones más recientes, a través de la agencia Efe, dejaba entrever que su retirada se acercaba: «En la vida hay que saber cuándo te llega el tiempo político».

Una economía de palabras semejante a la protagonizada por Pérez Pastor. Ayer, en declaraciones a este periódico, declinó avanzar cómo se organizará el anunciado congreso del PP regional. Hasta ahora, en los años de monolítico dominio de Sanz, bastaba que el candidato (siempre único: en el 2002 no acabó de fraguar la presentación de aquella lista que pretendía encabezar el militante Antonio Larrea) llegara a esa cita respaldado por los avales que previamente recogía entre la militancia; en el escenario actual, si triunfan como parece las normas implantadas para el congreso nacional, esa recogida de avales se mantiene aunque con carácter casi testimonial. Lo relevante será conocer cómo votan las juntas locales de La Rioja, implantadas en cada municipio con más de 500 habitantes, que enviarán al congreso regional sus compromisarios.

Así que bajo el lema de una persona, un voto, se acerca para cada afiliado del PP el día de ejercer su derecho a decidir. Siempre que no medie un pacto de última hora que evite la enojosa visita a las urnas, posibilidad donde también se divide el partido: hay quienes preferirían una lista consensuada que consagrara la frágil (más bien, inexistente) unidad interna y quienes se creen potenciales ganadores. Los que quieren que se vote.

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Tic-tac. Que diría Pablo Iglesias.

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