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Pablo Álvarez
Miércoles, 25 de enero 2017, 12:50
Que algo pasa con la electricidad en España es evidente. El mercado está dando muestras de una ineficiencia galopante, que tira del precio arriba y arriba de un modo no relacionado hasta ahora ni con el consumo ni con problemas de oferta. Si eso era ... así, este enero, en el que sí ha habido problemas del primer tipo (demanda alta por el frío) y del segundo (problemas con las renovables y venta de energía a Francia), la ecuación sale fatal para los consumidores, que nunca habíamos pagado tanto por encender los interruptores de casa.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos ante esta realidad? Quejarnos nunca está de más, y algo parece moverse en reguladores e incluso en gobernantes que se ven impelidos a intentar intervenir en un mercado que no funciona bien. Pero además de eso, cada uno en su casa puede adoptar algunas decisiones y cambiar algunos hábitos que a largo plazo le ayudarán a mejorar la factura. Que es lo que, al final, nos duele de veras.
- La potencia. La evolución de las facturas eléctricas ha ido en sentido contrario a lo que parece lógico. Así, cada vez pagamos más por la parte fija del recibo y menos por el consumo. Y aunque uno no puede cambiar peajes ni impuestos, sí hay algo que puede tocar en esa parte estática: la potencia contratada. Según la asociación de consumidores especializada ANAE, «buena parte del sistema se sustenta en base a unas potencias contratadas excesivamente sobredimensionadas». La idea: en un piso de tamaño estándar, puede valerte con una potencia de 3,4 kW. Una vivienda más grande o con mucho gasto en, por ejemplo, aire acondicionado, sí podría necesitar hasta 6 kW. ¿La prueba del algodón? Encienda todo lo que se le ocurra, y si aún así no salta «el automático»... tiene demasiada potencia contratada. Por cierto, para rebajar la potencia debería bastar una llamada a su compañía para que le mande un técnico.
- La tarifa horaria. Es verdad que se ahorra enchufando algunos electrodomésticos (lavavajillas, lavadora) sólo por la noche. Pero sólo si se tiene contratada una tarifa con discriminación horaria. Tanto en el mercado libre como en el regulado existen, y basta una llamada a su compañía para cambiar de tarifa. Las horas valle: de 22 a 12 horas en invierno, de 23 a 13 en verano. Ojito: si no prevé ser capaz de cambiar sus hábitos para consumir más en ese horario, no cambie la tarifa, porque le perjudicará. Y en todo caso, tenga la tarifa que tenga, evite el consumo «gordo» entre las 20 y las 22 (o 23, en verano). Es la peor hora.
- La iluminación. Una casa con LED es una casa que gasta muy poco en iluminación. Pero ojo, son bombillas caras, y su coste no se justifica siempre. Una regla sencilla: si tiene bombillas incandescentes, cámbielas por LED ya. Si tiene fluorescentes o de bajo consumo «tradicionales», hágalo sólo según se vayan estropeando.
- El «stand by». Un gran olvidado de los consumos eléctricos en el hogar. Los 'pilotitos rojos' de los aparatos que siguen encendidos aún cuando el mismo esté apagado se llevan entre el 7 y el 10% de su consumo eléctrico. No es ninguna tontería. Contar con regletas de las que ayudan a apagar los electrodomésticos es una buena ayuda.
- La calefacción. Si tiene calefacción eléctrica (esos radiadores enchufados...) vaya pensando en cambiarla. Prácticamente cualquier opción le será más barata, y más en los tiempos que corren. Y en todo caso, no se pase con la temperatura: cada grado de más aumenta el consumo en más del 7%, según el domicilio.
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