Las horas

Sin embargo, la verdad es que a mí en esto del horario laboral hay otra cosa que me preocupa más. El mercado laboral español se ha convertido, en los últimos años, en algo bien parecido a una jungla. Y las gacelas somos nosotros, ya saben. No conozco a casi nadie (alguno hay, en fin, afortunado) que haga sus horas. El mundo laboral hispano está montado de modo que las empresas sólo funcionan si una gran parte de sus empleados (desde el director general al portero) hacen muchas más horas de las que deben. No sé si es una cuestión de racionalidad, de productividad o de cultura empresarial perversa, pero las cosas son así: estamos en el curro un huevo de horas, y nos vamos con la sensación de que deberíamos estar más.

No me refiero a los casos, desgraciadamente frecuentes, en los que un estafador con título de empresario contrata a alguien por media jornada con la condición de que la haga completa. No. Hablo de esa costumbre generalizada por la que todo Dios parece soldado a su silla. Así que, sí, racionalicemos los horarios: pero todos.

Y les dejo, me voy para casa. Que ya son las ocho.