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Pilar Hidalgo
Jueves, 8 de diciembre 2016, 17:55
«He llevado una vida sencilla y feliz», resume Concepción Mendoza Sáez a esta periodista. Concha toma asiento con calma en el sofá de casa de su hija María Luisa Ruiz Mendoza y su yerno Fernando Galán Elgart en Logroño para proceder al repaso de ... su larga vida. Confiesa que el destino le ha dado «de todo, porque no todo es rosa»; pero esta mujer, la persona viva con más edad de La Rioja, prefiere quedarse con lo bueno.
Cuando se inauguró la plaza de toros de La Manzanera en Logroño, Concha tenía 7 años.
Cuando se colocó la primera piedra para el embalse González Lacasa, Concha tenía 24 años.
Cuando se fundó el Club Deportivo Logroñés, Concha tenía 32 años.
Cuando SEAT comenzó a producir el primer Seiscientos, Concha tenía 49 años.
Cuando Federico Martín Bahamontes ganó el Tour de Francia, Concha tenía 51 años.
Cuando los Beatles lanzaron su primer disco, Concha tenía 55 años.
Cuando Massiel ganó Eurovisión, Concha tenía 60 años.
Cuando el primer hombre llegó a la Luna, Concha tenía 61 años.
Cuando se aprobó el Estatuto de Autonomía de La Rioja, Concha tenía 73 años.
Quizá ahí resida el secreto de su extraordinaria longevidad. Concha cumple hoy 108 años tras una dilatada trayectoria en la que se agolpan los recuerdos y las vivencias por varios lugares del norte de España.
Concepción Mendoza Sáez vino al mundo el 8 de diciembre de 1908 en San Millán de la Cogolla. Tercera hija de Domingo Mendoza y Felisa Sáez, responsables del molino del pueblo, ha sobrevivido a todos y cada uno de sus diez hermanos. «Nunca perdí la relación con mis padres, con mis hermanos ni con San Millán», insiste en reiteradas ocasiones; si bien siendo muy pequeñita su tía María y su esposo Antonio se la llevaron a Baños de Río Tobía y la criaron como si de la hija que no llegaron a tener se tratase.
María ejerció como maestra en Baños durante 25 años y se ocupó de la educación de Concha. A ella le debe tanto que el día en que la tía falleció, resultó el más aciago de su existencia. «Fue muy triste dejarla allí muerta», lamenta. Y es que a María le hablaba de sus juegos a las tabas y a la comba con las otras niñas, de sus progresos haciendo labores, de esos bucólicos paseos hasta la ermita de su venerada Virgen de los Parrales y hasta de cuando conoció a José Ruiz Avellaneda, aquel cabo calceatense de la Guardia Civil al que destinaron a Baños y acabó robándole el corazón.
Le hubiera gustado contar con la complicidad de su tía en los primeros pasos de su matrimonio o que le aconsejara cómo cuidar de sus dos retoños, Feli Carmen y María Luisa, pero María falleció demasiado pronto. «Fue muy triste dejar a mi tía, ya muerta, en Baños», repite. Si bien los sucesivos ascensos que encadenaría su esposo en el seno de la Benemérita, obligaron a la familia a empacar las maletas en más de una ocasión. La primera vez fue a Logroño.
Sucesivas mudanzas
«Allí donde mandaban a mi marido, íbamos todas», remarca. En la capital riojana pasaron un tiempo, antes de volver a meter sus vidas en valijas y poner rumbo, primero a Burgos y posteriormente a Teruel, donde José medró en el escalafón hasta conseguir el cargo de capitán.
En la ciudad aragonesa, la mayor de su prole, Feli Carmen, se enamoró de su hoy esposo, se casó y todavía continúa allí viviendo. La pequeña, María Luisa, estudió Magisterio y pasó «los mejores años», los de la juventud. Pero José añoraba La Rioja y, en cuanto pudo, regresó a la tierra de las raíces con Concha y la benjamina. Corrían los sesenta y el marido aún habría de vivir hasta 1982, cuando falleció de un infarto.
Si echa la vista atrás, esta 'abuela de La Rioja' considera que ha llevado una vida «muy activa y con muchas vicisitudes». Y es que ya a los 14 años acudía al Servicio Doméstico en Logroño para aprender labores o estudiar. «Es una persona muy activa y muy inquieta culturalmente, a la que siempre acudirías a preguntarle algo porque sabe de cualquier cosa. Atesora una muy buena formación», destaca su hija María Luisa. «Ese dinamismo es lo que le ha hecho alcanzar los 108 años», añade su yerno Fernando.
No en vano, aún madruga, sigue haciendo labores, sale de paseo e incluso viaja. «A Pamplona (tierra de Fernando) vamos cuando queremos», asegura María Luisa. Hoy no se moverá y celebrará en Logroño su 108 cumpleaños rodeada de sus hijas, yernos, 3 nietos y 5 biznietos. Cuentan que le esperan sorpresas...
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