María Félez
Miércoles, 30 de noviembre 2016, 10:56
Carmen Truyols es médico anestesista, no tiene plaza fija en el servicio madrileño de Salud y, por eso, desde hace años estaba esperando que se convocaran unas oposiciones para optar. No había desde el 2010 y es probable que no las vuelva a haber hasta ... dentro de seis años. Entre tanto se casó con un calagurritano y tuvo a su primera hija, Martina. Hace unos meses decidieron ir a por el segundo. Tenían claro que si era niño lo llamarían Mateo, en honor de la tierra paterna.
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Hace un mes se publicó la fecha del examen. Carmen se puso en contacto con el tribunal examinador porque ésta se aproximaba mucho a la del posible parto. El azar y una ley injusta se dieron la mano y así comenzó la odisea de Carmen. Mateo nació una hora antes de que diese comienzo el examen.
«La dilatación comenzó a eso de las diez de la noche y Mateo nacía a las ocho y media de la mañana, los médicos tuvieron que darse prisa para que pudiese llegar», recuerda. «Desde el tribunal llamaron a Carlos (su marido) mientras me estaban dando los puntos, fue en ese momento en el que decidí que me tenía que presentar y tenía que denunciarlo públicamente. A nadie más le podía pasar algo así», comenta Carmen ya desde casa.
Entró en la sala que le habían preparado para hacer el examen sin sentir aún las piernas tras la epidural, después de toda la noche sin dormir esperando la llegada del pequeño Mateo.
En una mano los goteros y en la otra un boli, 160 preguntas y tres horas de examen por delante. «Sé que Andalucía y Castilla y León permiten un segundo examen en casos de fuerza mayor y no entiendo por qué en Madrid no», se pregunta.
Nadie la obligó a hacerlo, dirán muchos. Carmen lo hizo por compromiso social. «Es una situación inhumana».
Pensando en sus hijos
La administración se escuda en que otras dos mujeres han tenido que opositar en condiciones similares en el último mes pero para Carmen eso no es suficiente. «A mí me da vergüenza que eso pase en mi país», insiste.
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La valentía de Carmen se la insuflan sus dos pequeños. «No le puedo decir a mi hija que los hombres y las mujeres somos iguales y después que tenga cuidado cuando se quede embarazada porque a lo mejor no puede presentarse a una oposición», alega. «Lo mejor para ellos es que su madre tenga unas condiciones de trabajo que no sean precarias». Lo que ellos ya tienen es un claro ejemplo de coraje y valentía; la que ha demostrado su madre estos días.
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