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Pablo José Pérez
Viernes, 25 de noviembre 2016, 23:26
Seis meses después de la brutal agresión que sufrió Ángel Aranzubía, la ciudad de Nájera le agradeció públicamente su gesto de valor al enfrentarse a un maltratador. Ese acto altruista le costó graves lesiones de las que todavía hoy no se ha recuperado del ... todo.
Ocurrió el 5 de junio pasado. Eran las cinco de la tarde de un domingo más. Ycomo otras muchas personas, Ángel daba una vuelta por el paseo de San Julián. De repente escuchó los gritos de una joven que estaba siendo agredida por su acompañante. Era una chica de 15 años frente a un joven de 20. No se lo pensó. Se dirigió hacia ellos afeando el comportamiento del hombre. Lejos de cesar, el agresor se abalanzó sobre él, le golpeó con saña y le dejó tirado sobre la tierra, en el parque. Policía Local y Guardia Civil se movilizaron y en apenas unos minutos la menor presentaba la denuncia por agresiones, el maltratador era detenido y Ángel era atendido de sus graves heridas con urgencia.
Su valor no pasó desapercibido para los vecinos de Nájera y este viernes se lo quisieron agradecer entregándole una placa en la jornada de actos ciudadanos contra la violencia de género. «Este es un homenaje a todas las víctimas de la violencia de genero. Lo que hice creo que es una cosa que cualquiera, viendo una situación de maltrato a una mujer, haría para ayudarla», apuntó. «Eso fue lo que me pasó: me encontré de repente con la escena en la calle y sin pensarlo entré a defender a esa persona. Tuve la mala suerte que recibí un mal golpe y me mandaron al hospital».
Él mismo cuenta cómo se sucedieron aquellos minutos que le han condicionado su vida. «Oyes unos gritos, te das la vuelta y delante de ti ves una escena de una chica que está siendo zarandeada por un chico. Y automáticamente le preguntas:¿Qué le estás haciendo a esta chica? Eso fue todo. No lo pensé para nada y tampoco me dio tiempo: me volví y me metí de lleno en el problema».
«Me dio problemas en mi vida laboral»
La agresión a la adolescente se detuvo, pero para Ángel Aranzubía comenzó un doloroso proceso. «Estuve 27 días en el hospital. Me tuvieron que operar al día siguiente de una peritonitis que me causó el puñetazo que me pegó y estuve tres días en la UCI y después en la habitación. De allí salí muy débil, perdí diez kilos en el hospital y tuve una recuperación de tres meses, hasta encontrarme un poco como era antes».
Durante esa recuperación, el municipio de Camprovín le rindió un primer homenaje y también tuvo la atención permanente de la chica y de su madre, que «estuvieron yendo a verme al hospital y normalmente nos vemos por aquí, por el pueblo y siempre nos saludamos. Dentro de su timidez, siempre me dedica una sonrisa».
Ángel ya sale de nuevo a dar paseos con su mujer y ha comenzado a trabajar, aunque «este asunto me dio problemas en mi vida laboral», recuerda. «Esto ocurrió un domingo y a mí se me había acabado el contrato y ya había hablado con la encargada de recursos humanos en la empresa en la que trabajaba para que a finales de junio me volvieran a contratar, tras cumplir el periodo de descanso». «Así funcionan los contratos temporales. Estás un año y luego tienes que descansar seis meses», explica. El 20 de junio «se cumplían los seis meses y ya me habían dicho que volvería de nuevo. Pero al pasarme esto me he tirado cinco meses en el paro hasta que he podido volver a empezar a trabajar en la misma empresa».
«Es la única forma de acabar con esto»
Este viernes, Ayuntamiento, colegios, institutos, Asprodema y una larga lista de entidades le daban las gracias de manera pública, aunque era él quien se mostraba emocionado «porque aún hoy, seis meses después de suceder aquello, la gente me para por la calle y se interesa por cómo estoy. Gracias a Dios porque todo ya ha pasado».
Advirtió a los asistentes al acto que «la única forma de acabar con esto es denunciando cada caso que veamos, cada situación de violencia de género».
De Ángel Aranzubia se dice en Nájera que es un ejemplo y un icono, como así se mencionó en las intervenciones del acto ciudadano. Él se pone colorado y se emociona. «Yo no lo veo así. Esto salió de mí, de dentro, como le hubiera pasado a cualquiera. Por eso esa palabra de héroe, o de icono... No es para tanto. Yo creo que para ser un héroe hay que hacer algo más grande todavía. Yo nunca le he dado esa importancia. Sólo vi que era una cría a la que estaban maltratando».
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