Logroño-Madrid y las dos Españas

El apabullante impacto digital del viaje desde La Rioja en Blablacar de una escritora y Álvaro de Marichalar

Jorge Alacid

Miércoles, 2 de noviembre 2016, 00:41

Sabina Urraca abandonó una mañana Logroño, adonde suele viajar por cuestiones de trabajo, tomó un coche concertado a través del servicio Blablacar, hiló tertulia con el conductor que le guiaba hasta Madrid y en Soria se tropezó con un protagonismo que no buscaba. Un ... protagonismo medio invisible como corresponde a la coyuntura digital: el evanescente universo de las redes sociales y todo eso.

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Ocurrió que en Soria se sumó a la expedición hacia Madrid la figura de Álvaro de Marichalar, a quien Sabina no conocía pero a quien retrataría en un artículo que le ha ganado la fama que le tiene estos días un pelo abrumada. El resultado de ese alucinante viaje, publicado en la revista El Estado Mental, no es tanto el resumen de su ruta por la Meseta como un destilado de la estupefacción que le generó su retratado y que tiene a ambos, Sabina y Marichalar, compartiendo protagonismo internáutico. Ella, por la gracia y la clase con que relata su aventura. Él, excuñado de la infanta Elena, porque simplemente es eso: un grande de España ejerciendo como tal mientras viaja de paquete.

Porque durante el trayecto el noble de linaje soriano/riojano decidió mostrarse tal cual. Tan desinhibido que su compañera de asiento acabó por registrar su asombro ante tal sucesión de ocurrencias e inmortalizar sus avatares, hasta concederle la renovada fama que le acompaña. Fama de la que sin embargo Sabina Urraca preferiría librarse cuanto antes: «Yo no me imaginaba que el artículo fuera a tener tanto impacto», admite, mientras desmiente que, como afirma el aristócrata, discutieran durante el trayecto a propósito de la Guerra Civil.

El retrato que Urraca entregó a la imprenta virtual es inmisericorde. Descortés, misógino, maleducado: la imagen del hermano de Jaime de Marichalar, lejos de ser desmentida por el ínclito, va reforzándose con el paso de los días, a través de las declaraciones que va concediendo. Donde lanza puyas a su retratista mientras reivindica algunas ideas ¿políticas? tan peculiares como su peinado: por ejemplo, cuando sostiene, como algunos historiadores de ultraderecha, que el auténtico golpe de Estado que España sufrió el siglo pasado no fue el 18 de julio como todos creíamos, sino ¡¡¡con la proclamación de la República!!!

En fin. Extravagantes hipérboles que permiten dar la razón al difunto Antonio Machado, que algo sabía de golpes de Estado, de repúblicas y de exilios: que una de las dos Españas acabará por helarnos el corazón. Y que ambas caben en un coche. En los 333 kilómetros entre La Rioja (donde por cierto nacen las raíces de la autora y su retratado) y Madrid caben incluso descubrimientos con aire de epifanía. Urraca dixit: «Lo que me interesaba era ver ese coche de Blablacar como la metáfora de una España que se va dejando comer terreno sin hacer nada. Que la gente tome conciencia de lo humillada que está».

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Esto sin Blablacar no pasaba.

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