E. SÁENZ
Lunes, 25 de julio 2016, 00:15
Fiebre amarilla, paludismo, dengue... y ahora el zika. Las patologías ante las que el turista debe estar en guardia son variadas pero, como advierte el jefe de Enfermedades Infecciosas del San Pedro, existen otros riesgos.
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¿Sobre qué zonas o países debe aumentar el viajero ... las precauciones para evitar riesgos?
Viajar a un destino exótico eleva la preocupación sobre la posibilidad de contagiarse de alguna enfermedad, pero de entrada debe recordarse que ése no es el principal riesgo. El mayor peligro, como confirma la estadística, son los accidentes de tráfico y la inseguridad ciudadana y es ahí donde el turista debe focalizar la precaución.
¿Y sanitariamente? ¿Qué debe tenerse en cuenta a la hora de desplazarse a esos destinos?
Lo fundamental es diseñar bien el viaje y conocer las peculiaridades de cada lugar. A partir de ahí, los riesgos dependen de múltiples factores: si vamos a alojarnos por ejemplo en un hotel o en casa de gente autóctona, si la zona está suficientemente saneada, si se acude en una época del año de lluvias y por lo tanto aumenta la presencia de mosquitos, la duración del propio viaje y su finalidad, la salud previa del viajero en función de la cual no se recomiendan ciertas vacunas porque serían incompatibles...
¿Cuáles son las patologías más frecuentes en este tipo de destinos para un extranjero?
Hay áreas donde circula más la malaria, otras donde con la alta concentración de gente la más común es la meningitis, parte de Centroamérica donde abunda el zika, el dengue y el chikungunya, y en algunas partes del mundo la fiebre amarilla, cuya vacunación es incluso un requisito legal en ciertos países para poder acceder a ellos. Y otra advertencia sobre las vacunas: algunas desarrollan los anticuerpos varios días después de inoculadas, con lo cual deben suministrarse con suficiente antelación.
¿Qué grado de precaución hay que tener en el consumo de alimentos de la zona?
Es un aspecto fundamental, ya que muchos microorganismos contenidos en el agua o los productos de ciertos lugares y que no afectan a sus habitantes son la vía de contagio para otra de las patologías más recurrentes como es la diarrea del viajero. Una afección que llegan a sufrir dos de cada diez turistas y que aunque es muy molesta, suele resultar leve y se autolimita, requiriendo simplemente rehidratación, descanso y una dieta adecuada si no hay complicaciones.
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¿Cómo se debe actuar por lo tanto respecto a la alimentación?
La máxima es 'Cuézalo, cocínelo, pélelo u olvídelo'. Siguiendo esa norma básica y teniendo cuidado con el hielo se limita el riesgo. Y si aún así la salud del viajero se complica, otra indicación que a veces se olvida: recurrir al seguro médico que es conveniente suscribir antes de acudir a este tipo de países.
¿Debe extremarse también la higiene personal?
En principio nuestros hábitos de salubridad son muy altos y suficientes en este tipo de destinos. Aquí hay que recordar otro riesgo: el de las enfermedades de trasmisión sexual, frente a las cuales hay que recurrir a métodos de barrera.
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