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El primer nido riojano. Imagen del avispero de vespa velutina localizado el 5 de diciembre del 2014 en un árbol, a ocho metros de altura, en Brieva.
Un voraz ejército invasor

Un voraz ejército invasor

Los expertos temen que gran parte de La Rioja sea colonizada por la avispa asiática, cuya presencia en la región certifica el hallazgo de varios nidos y la captura este año de media docena de ejemplares

Roberto G. Lastra

Sábado, 23 de julio 2016, 20:50

El hallazgo y destrucción del primer nido de vespa velutina en la región, en diciembre del 2014 en Brieva, activó el Plan de Acción para la Gestión y Control de la Avispa Asiática del Gobierno de La Rioja, una estrategia diseñada para tratar de frenar el avance de esta especie invasora a través de la localización y eliminación del mayor número de avisperos posible y de la captura de ejemplares, prioritariamente reinas ya que cada una de ellas crea su nido.

«La verdad es que frente a esto poco se puede hacer más de lo que se está haciendo. Hemos trampeado en asentamientos apícolas cercanos a los nidos encontrados -Villalba, Fuenmayor, Logroño, Haro, Briñas, Anguiano...- con el objetivo de proteger los colmenares y capturar ejemplares de avispa velutina que nos indique su presencia en ciertas zonas. Esa detección nos llevará a la otra clave de la batalla, que es el hallazgo de nidos y su destrucción porque, además de acabar con las avispas que están en su interior, se evita el nacimiento de las futuras reinas, hasta 300 por nido, y la construcción al año siguiente de decenas o cientos de nuevos nidos», resume Javier Puértolas, quien admite que «aunque no podemos ponerle puertas al campo y sabemos que cuando esta especie invasora llega, lo hace con todas sus consecuencias, lo que se busca es mitigar sus efectos lo máximo posible».

Solo en lo que llevamos de año han sido ya capturados seis ejemplares de vespa velutina en distintas zonas: 2 en Logroño, en El Cortijo y en Varea; 1 en Ollauri; otros 2 en Villalba de Rioja; y otro en Anguiano, un resumen estadístico al que hay que sumar las dos avispas asiáticas cazadas el pasado año en Briñas y en el barrio logroñés de El Cortijo.

El registro del Plan de Acción también contabiliza ocho nidos, aunque tres de ellos no se encontraban en territorio riojano sino en localidades alavesas próximas -Salinillas de Buradón (2) y Laguardia-, detectados a finales del pasado año. De los cinco restantes, además del mencionado de Brieva, dos fueron hallados en Haro, en julio y noviembre del 2015; y los dos restantes, este mismo año, en la capital riojana, uno en El Cortijo el 7 de enero y el otro, el 25 de abril, cerca de Bodegas Campo Viejo.

«Quizás en septiembre, cuando los nidos sean mucho más grandes, encontremos unos cuantos más», predice el jefe del servicio de Ganadería, quien confirma que «la zona de entrada es el valle del Ebro, procedentes de Álava, aprovechando la suavidad del clima y la menor altitud. «Tenemos la esperanza de que en La Rioja, con factores limitantes como los altos contrastes de temperaturas y la altitud de la sierra, les cueste aclimatarse, pero la experiencia de Francia es que ha colonizado todo el sur al margen de las condiciones», alerta Javier Puértolas.

«Como la pólvora»

En los mismos negros augurios coincide Francisco Alonso Chávarri, responsable de Apicultura del servicio de Ganadería de la Consejería de Medio Ambiente, quien confiesa que «hay preocupación, evidentemente. Aunque es cierto que es una incógnita cómo se van a comportar aquí en La Rioja porque el clima no es tan húmedo como en la cornisa cantábrica, optimistas no podemos ser. Yo estoy convencido de que el valle del Ebro va a ser colonizado entero por esta especie en 3, 4 o 5 años a no ser que se descubra una feromona que nos permita controlarlas. De momento no hay nada y su erradicación hoy por hoy es imposible, como se ha demostrado en Francia, a donde llegaron en el 2004, y no han logrado nada».

En apenas seis años -entraron a España por Irún en el 2010- este ejército invasor ha colonizado parte de la cornisa cantábrica -País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia, comunidad esta última donde sólo el pasado año se destruyeron 6.500 nidos- y zonas de Navarra, Cataluña, Aragón, Castilla y León, Baleares... «Es una especie que se extiende como la pólvora», alertan gráficamente los especialistas. Este ejército, capaz de avanzar unos 100 kilómetros por año es un depredador terrible, ya que cada obrera, que se nutre de néctar, frutas maduras y restos de animales muertos, puede capturar entre 25 y 50 abejas por día. Las esperan ante las colmenas, las matan, decapitan, arrancan las patas y el aguijón y el resto lo llevan al nido como alimento de las crías y la reina. Además de esa caza salvaje, la sola presencia de este depredador aterroriza a las abejas que dejan de salir a trabajar, lo que impide la regeneración de la colmena, clave para su supervivencia en el invierno. Una reducción drástica de abejas puede afectar a todo el ecosistema y a la biodiversidad, sin olvidar que su polinización es básica en algunas cosechas, por ejemplo de los frutales.

Junto a la ausencia de enemigos naturales, su vertiginosa expansión se asienta en su ciclo biológico. «Con el inicio del buen tiempo, a partir de marzo, la avispa reina que sobrevive al invierno sale y empieza a construir un pequeño nido primario que irá creciendo. Cuando las obreras ya no caben, fabrican el secundario, que también aumenta según sus necesidades», aclara Puértolas, quien añade que «ahora en julio los nidos son todavía relativamente pequeños, entre una pelota de tenis y un balón de balonmano, pero en septiembre alcanzarán los 80 centímetros de diámetro y hasta un metro de altura».

Formación y apoyo ciudadano

«Ahora empieza su periodo de máxima actividad, las obreras cazan, cuanta más comida llevan al nido más estimulan a la reina a poner huevos con lo que cada vez hay más avispas y el nido llega a ser enorme, con entre 1.600 y 2.000 avispas en su interior y 16.000 celdillas para crías y huevos», añade Alonso Chavarri.

Al final del verano la reina vieja morirá, pero antes hace una última puesta de hasta 300 avispas sexuadas, que serán las futuras reinas y de avispones macho que fallecerán en cuanto cumplan su misión de fecundar a éstas tras el vuelo nupcial. Cada una de esas 300 reinas jóvenes que logre sobrevivir al invierno construirán al año siguiente su nido.

Ante dicho panorama, aunque esta especie no es especialmente agresiva con los humanos ni su picadura más dolorosa que la de otras avispas, las alertas se han activado en un Plan de Acción que no ha descuidado el capítulo formativo, primero con el servicio de Guardería Forestal, luego bomberos, personal dedicado a labores en parques y jardines y próximamente con las policías locales para reforzar una batalla en la que toda la sociedad puede colaborar alertando al SOS Rioja 112 en caso de hallar un nido de este poderoso enemigo.

De posible amenaza a un riesgo real y temible. La presencia en La Rioja de la vespa velutina nigrithorax, conocida como avispa asiática, ha empezado a ser más que evidente. Además de la localización de otros dos nidos en los últimos meses, solo en lo que llevamos de año han sido capturados, en distintos puntos de la comunidad, media docena de ejemplares de este voraz depredador que diezma de forma vertiginosa las colonias de abejas y que amenaza con colonizar en una década toda la Península Ibérica. «Lo que está claro es que la avispa asiática está ya en La Rioja y su ritmo de crecimiento dependerá de su aclimatación a la región», confirma Javier Puértolas, jefe de servicio de Ganadería del Ejecutivo regional.

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