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Pablo Álvarez
Jueves, 14 de julio 2016, 20:36
Usted va a comprarse una lavadora y, como tiene fresca en la mente la última factura de la luz (y su penúltima subida), sin duda se preocupará por cuánto va a 'comer' su nuevo electrodoméstico. Y éste que tiene usted delante pinta bien: clase 'A', ... le dice la publicidad. Que deberá ser lo mejor, supone usted.
Pues va a ser que no. Tal y como están las cosas, la gran mayoría de los electrodomésticos a la venta tiene esa clase A en su etiqueta. Pero ocurre que esa 'A' no es la mejor categoría. Ni la segunda. Ni siquiera la tercera: por encima hay otras tres: A+, A++ y A+++.
además
Es lo que tiene un etiquetado obsoleto y que, al final, parece más pensado para el fabricante que para el consumidor. De hecho, esa 'A' tiene al final más valor como anzuelo de marketing que como información real para el potencial comprador.
La cosa ha llegado estos días al Parlamento Europeo. Dicho sea de paso en estos momentos de euroescepticismo, la Eurocámara tiene una tradición bastante consolidada de regulación en defensa del consumidor, incluso por encima de muchas cámaras nacionales. Y en esta ocasión ha seguido esa tradición.
Lo que ha aprobado la Cámara europea ha sido «reajustar» los grupos energéticos, obligando a los fabricantes a olvidarse de tantos '+', '++' y '+++' para adoptar de nuevo la escala más básica: de la 'A' a la 'G'. De hecho, ésa era la clasificación original en 1995, el año de inicio de esta regulación. Pero después la evolución de la tecnología hizo que se le fueran añadiendo '+' por encima.
Actualización
Quizá por eso, el Parlamento también propone un método de actualización al cabo de diez años, para que no se abandone la clasificación más clara para el usuario pero a la vez que ésta sea útil aunque evolucione la fabricación de electrodomésticos.
Será, se propone, un proceso lento, con una aplicación de hasta seis años, según el producto.
La Eurocámara pide más precisiones en las etiquetas. Por ejemplo, que obligatoriamente deban incluir el consumo absoluto en kilowatios en un periodo de tiempo. O que la clasificación energética deba ser incluida también en toda información, catálogo o publicidad de los productos. Todo esto deberá ser, eso sí, negociado ahora con la Comisión, y de esa negociación saldrá el texto definitivo.
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