El 'armario' sigue cerrado en La Rioja

Por ello considera que queda mucho por hacer y no hay que olvidar que la celebración, ayer, día del Orgullo Gay, no es solo una fiesta. «Es un día para sentirse orgulloso de lo conseguido, pero también de apoyo a aquellas personas que no lo están pasando bien, porque no han conseguido la normalización y su entorno no es favorable. Hay mucha gente que lo está pasando mal». A su entender, gestos como el izado de la bandera arco iris en el balcón del Ayuntamiento de Logroño e iluminación de la muralla del Revellín con los colores de la enseña (le hubiera gustado que se repitiera en el Parlamento) resultan positivos, «porque es una forma de hacernos visibles y, sobre todo, de dar apoyo moral a quienes sufren la discriminación en sus carnes».

José Sáenz confía en que en adelante cualquier pacto de Gobierno permita avanzar en las reivindicaciones del colectivo y que, al margen de las siglas y dejando de lado sus prejuicios, se defiendan los derechos de todas las personas que conviven en el mismo territorio, «sin diferencias por vivir en Logroño o en Barcelona». «Aunque queda mucho por hacer. No es normal que un país que aparece en el top ten de mercados importantes no trate a sus ciudadanos en igualdad de condiciones. Nacemos así y punto».

Por otra parte, La Rioja ha hecho suyas las peticiones del colectivo nacional sobre la necesidad de aprobar una ley de igualdad, de transexualidad y un pacto de Estado frente al sida, pero es un acuerdo para frenar el acoso escolar lo que más preocupa aquí. «Cada vez son más los niños adolescentes que vienen a pedirnos ayuda unas veces solos y otras con sus padres. Tenemos 4 casos de menores 'trans', de 5 a 10 años, con graves problemas de acoso e insultos...».