El sofisma de la recuperación

La recuperación se está cimentando en La Rioja sobre una frágil base desde el punto de vista del empleo. Hay más contrataciones que nunca, incluso batiendo las marcas anteriores a la crisis, y, sin embargo, los nuevos puestos de trabajo tienen los días contados. Literalmente. Porque uno de cada cuatro compromisos laborales con carácter eventual que se registran en La Rioja tiene una duración que no supera el día.

Así encaraban este domingo los sindicatos las diferentes celebraciones convocadas con motivo del Primero de Mayo. A los buenos datos de reducción del desempleo registrado (3.159 parados menos respecto a marzo del 2015), de afiliación a la Seguridad Social (2.468 cotizantes más) o de evolución de la economía regional (el PIB de La Rioja creció el 3,1% en el 2015), la creación de empleo avanza a distinta velocidad. Se firman muchos contratos, pero gran parte de ellos tienen una duración muy, muy corta. Es decir, aparentemente el mercado de trabajo riojano se mueve y empieza a dar señales optimistas, pero la calidad del empleo generado ha empeorado y aún está lejos de llegar a unos estándares de estabilidad laboral.

Según los datos consultados en Estadística del Gobierno de La Rioja, en marzo se firmaron en La Rioja 9.759 contratos, la cifra más alta alcanzada en ese mes en la última década. Cierto es que este año la Semana Santa se adelantó en el calendario y se celebró en marzo, pero a lo largo de los últimos años, esta festividad también cayó en el mismo mes en el 2008 y en el 2013, y el número de contrataciones apenas superó las 7.000 y las 5.500, respectivamente. No obstante, y a pesar de este récord de compromisos del pasado mes, sólo 781 tuvieron carácter indefinido, lo que representa el 8% del total.

Al tiempo que el nuevo empleo fijo sigue bajo mínimos, el otro gran problema del mercado laboral riojano se encuentra en los contratos con duración determinada. Los datos del Servicio Estatal Público de Empleo (SEPE) de los que se nutre la estadística del Ejecutivo riojano, aportan una vasta clasificación que va desde los temporales con duración determinada, los de duración indeterminada ( contratos 'por obra y servicio' y 'circunstancias de la producción') y los indefinidos.

Tomando en cuenta los acuerdos temporales con fecha de cese, el 24,5% de este tipo de colocaciones suscritas en La Rioja el pasado mes tuvo una duración de un sólo día. En concreto fueron 1.510 contratos, el 88,5% más de los registrados hace diez años (568). De hecho, los trabajos por un día representaban en el 2006 el 13% total de las contrataciones con duración determinada. Si el estudio toma en consideración los contratos de una semana como máximo, el porcentaje aún es mayor, ya que copan una de cada tres de las colocaciones en las que los trabajadores riojanos saben en qué momento finalizará su servicio. Además, y como en el caso de los empleos por un día, los contratos de una semana han ido ganando protagonismo a lo largo de la década. En el 2006 representaban el 11,9% de las contrataciones eventuales con duración definida y en el 2016, el 30,5%, lo que supone un aumento del 262,6% en los últimos diez años. En general, estos contratos de muy corta duración no son sinónimos de puestos de trabajo y se utilizan generalmente para realizar sustituciones o, bien, para reforzar las plantillas en momentos de mayor demanda, por ejemplo en la hostelería (festivos) y el comercio (campañas de ventas especiales).

Otro indicador que demuestra que la precariedad se ha adueñado del mercado laboral de La Rioja es el aumento de las contrataciones a tiempo parcial, una modalidad de empleo que cada vez se emplea más aunque más de la mitad de los trabajadores que la aceptan lo hacen porque no encuentran un empleo a jornada completa.

Según el SEPE, de los 9.759 contratos firmados en marzo, el 40% (3.834) correspondieron a jornadas a tiempo parcial. Esto supone un aumento del 107,3% respecto al 2006, cuando con 1.621 colocaciones, la ratio se quedaba en el 19,3%. Y, mientras, los contratos para trabajar a jornada completa han retrocedido el 15,5% a lo largo de los últimos diez años: en el 2006 (se firmaron 6.799 compromisos laborales) suponían el 80,7% y en la actualidad (5.745) se quedan en el 59%.

Pero es que, además, de los 20.114 ocupados a tiempo parcial en La Rioja, el 50,5% (en concreto, 10.166) acepta este trabajo porque no hay otra cosa, según la última Encuesta de Población Activa (EPA) publicada el pasado jueves por el INE. La ratio se ha duplicado respecto a la anotada en el 2006.

Reformas laborales, el origen

A la vista de estos datos, el secretario general de UGT, Juan José Bárcenas, concluye que a la temporalidad, «uno de los principales problemas» del mercado laboral, «se ha unido, como elemento generador de precariedad, la contratación a tiempo parcial, esencialmente de carácter involuntario, propulsada por la desregulación impuesta en la reforma laboral». A su juicio, «la destrucción de empleo y el aumento del paro han ido acompañados de peores condiciones laborales para aquellos que no han perdido el empleo o han sido contratados durante la incipiente y lenta recuperación». «Una flexibilidad impuesta al trabajador -continúa-, facilitada por la reforma laboral y sus sucesivos desarrollos, con remuneraciones inferiores y con peores condiciones laborales». Así, La Rioja «camina en sentido contrario de lo que exige una transformación del modelo productivo que pueda lograr crecimientos sostenibles y aumentos de bienestar a medio y largo plazo».

Su homólogo de CCOO de La Rioja, Jorge Ruano, coincide en señalar en que «la reforma laboral ha actuado sobre el mercado laboral rompiendo el equilibrio entre rentas del capital y rentas del trabajo». Así sostiene que «se ha legislado para favorecer la contratación eventual y a tiempo parcial, y para que la rotación y el despido sean más sencillos». Y el resultado, a su juicio, «es un disparate», porque «esto no es la puerta de entrada al empleo», si no la de la generación de una nueva clase de «trabajadores pobres».