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EDUARDO GÓMEZ
Sábado, 30 de abril 2016, 23:25
El programa anunciando la novillada que se iba a celebrar en Logroño el 20 de julio de 1958 y que acompaña a este comentario, nos retrotrae a una época con gran afición taurina. Se daban en la desaparecida plaza de La Manzanera numerosos festivales, incluso nocturnos. La novillada de este cartel estuvo organizada por la empresa Ramitos, una familia vinculada al mundo del toro, encargada tradicionalmente del arrastre de las reses que se lidiaban en el coso de la capital. En esta ocasión figuraba en el cartel el torero logroñés que actuaba con el nombre de Chucho Ortega, seudónimo de Jesús Domingo, miembro de una conocida familia de origen calceatense dedicada al comercio de pieles.
Por aquellos años las distintas celebraciones llevaban anexo un festival taurino. Se recuerdan las fiestas de la sociedad la Amistad, que ponían a prueba los entusiasmos taurinos de sus socios y allegados. Citando a vuela pluma, hicieron el paseíllo o estuvieron ligados al mundo del toro: Miranda, un peluquero que terminó como asesor; los Chabolas, con Rafa, que sirvió las espadas a varias figuras; Pepe Alfonso Herráiz, que después de jugar al fútbol por la mañana se vestía de luces por la tarde, hasta convertirse en un extraordinario pintor taurino; Pacotín, que abarrotó los tendidos; Manchitas, que toreó mucho como subalterno en Madrid; Ciriaco, banderillero y habitual doblador en los encierros pamplonicas; Chimo, que empezó como mozo de espadas y acabó como picador; Michelín, con el tiempo chulo de banderillas... Y otros muchos: El Huevero, Barquerito, El Cubano, Valeri, Pepe Rioja, Chicuelín, Cervino, el Hechicero, el Niño del Bahía, Iñaqui Moneo, Santiago Lozanitos, el Logroñés, el Maza, Totorica, Heliodoro el Naranjero, Bores, Pepe Illera, Fernandete, Diego Prados 'Matorro', El Vero, Rubito de Viana, Félix Granada, Manolo Sarabia, el Carloteño.
Contribuyeron a que creciera el número de aficionados los hermanos Segundo y Daniel Ruiz, dirigentes de Comsa, que acogían en su empresa a maletillas que buscaban en estos pagos una oportunidad. También la formación de una escuela taurina que dirigía el conocido empresario fabricante de muebles en la calle Mayor Moisés García Barreras. Además, la empresa que organizaba funciones en La Manzanera reservaba el tendido 6 a precios especiales para los chavales, a los que luego se les veía jugar a los toros por las calles. Escenas ahora desconocidas.
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