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PÍO GARCÍA
Domingo, 27 de marzo 2016, 01:04
La conmoción por la temprana muerte (68 años) de Johan Cruyff ha traído consigo una marea de obituarios. Todos los periódicos del orbe se han puesto a recordar su legado futbolístico, imposible de resumir en un adjetivo: algunos han preferido recordar su estampa como jugador -juncal y efervescente-; otros han ensalzado sus virtudes como entrenador -creativo, arriesgado e imprevisible-; y no han faltado quienes han subrayado sus ramalazos de locura, su fulgurante apuesta por los Lucendos y los Romeritos... esas ventoleras, en fin, que a veces le daban y que lo convertían en un personaje excéntrico e incoherente, todavía más admirable.
Nosotros, de manera más humilde, sólo queremos añadir a toda esa avalancha de recuerdos la relación que Hendrick Johannes Cruijff (Amsterdam, 1947-Barcelona, 2016), mantuvo con La Rioja. Fue una relación fugaz y episódica, cimentada por la afición que el delantero holandés demostró por el vino tinto español, su «bebida favorita», según declaraba siempre en los cuestionarios. Cuando Johan Cruyff fichó por el Barcelona, el CD Logroñés estaba en Tercera División, así que durante aquellos años -del 73 al 78- los aficionados riojanos se conformaron con verlo jugar por televisión. De aquella época son las dos fotografías que ilustran esta Retina. Johan Cruyff pasea por la calle Mayor de Logroño, entrevistado por Emilio Ramírez, entonces periodista de 'La Gaceta del Norte'. Cruyff aprovechó su estancia para visitar Bodegas Corral, en Navarrete, y para comer en La Merced.
El público de Las Gaunas se lo perdió vestido de corto, pero al menos lo pudo disfrutar con traje, corbata y gabardina blanca, sentado nerviosamente en el banquillo visitante. Acompañó al Logroñés durante los ocho primeros años de los blanquirrojos en la máxima categoría (1988-1995). Johan no tuvo motivos de queja... ganó 11 de los 14 partidos que disputaron y su Barça solo cedió tres empates frente al Club Deportivo Logroñés. David Vidal, entonces entrenador blanquirrojo y hoy técnico del Guadalajara, suele contar «el truquito» que en una ocasión le hizo a su admirado Cruyff.
Era el 3 de noviembre de 1991. «El Barça del 'dream team' tenía un equipo imbatible», recuerda Vidal. Así que el lunes anterior dio orden al jardinero de no segar la hierba de Las Gaunas. A la hora del partido, el césped había alcanzado una dimensión casi selvática. Comenzó marcando Amor, en el minuto 4, pero sendos goles de Poyatos (8') y Uribarrena (45') dieron la vuelta al marcador. Koeman, recién comenzada la segunda parte, consiguió el empate. «Cruyff le decía a Guardiola que moviera más la pelota y Pep le respondía: 'pero si ni siquiera la veo'. Entonces Johan se me volvió, me hizo señas y me dijo: 'vaya cara, vaya cara'».
Quizá por eso, Cruyff cambió a Guardiola en el minuto 62. Sacó a José Mari Bakero, menos escrupuloso con el estado del campo. Fue inútil. Con truquito o sin él, el Logroñés consiguió aquel día su primer empate frente al Barcelona.
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