Tamayo, durante la entrevista concedida a Diario LA RIOJA.

«Tras estallar la burbuja inmobiliaria, los inversores buscan rentabilidad en la salud»

Colegio de Odontólogos y Estomatólogos

E. SÁENZ

Lunes, 29 de febrero 2016, 01:28

Sobreabundancia de nuevos odontólogos, intereses financieros ajenos al sector y una publicidad agresiva en las posibilidades de financiación. Con esos tres ingredientes se agita un cóctel que ha puesto a las franquicias dentales en el disparadero y sobre el que Tamayo reflexiona críticamente.

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¿Son ... fiables las franquicias dentales en La Rioja?

Me resulta difícil pensar que sí a la vista de datos objetivos como el número de denuncias.

¿Hay diferencias entre ellas?

El modelo de trabajo es similar en todas. Se trata de franquicias que, aprovechando la gran cantidad de mano de obra que existe en la actualidad y los limitados sueldos, ofrecen servicios aparentemente más económicos. La clave en este tipo de negocios es que, aunque el dentista profesional pueda hacer un buen diagnóstico, el presupuesto corre a cargo de un comercial que legalmente no está capacitado para labores clínicas y funciona a porcentajes y objetivos en vez de por criterios sanitarios.

¿Qué repercusión tiene ese modelo para el usuario?

El principal problema es que la fórmula de pago del tratamiento no la ofrece la clínica sino una financiera ajena a ella. Si el usuario no queda contento con el resultado o el local cierra, la franquicia no se hace responsable porque la deuda se ha adquirido con un tercero. En el modelo 'clásico', los profesionales respondemos al 100%.

¿A qué obedece la gran proliferación de las franquicias en los últimos años?

Mi impresión es que tras el estallido de la burbuja inmobiliaria hay dos áreas donde los inversiones siguen buscando rentabilidad económica: salud y educación. Muchas de las franquicias dentales están respaldadas por bancos o particulares interesados en desarrollar un negocio rápido y beneficioso a corto plazo. No deja de resultar significativo que el fenómeno de las franquicias sea común en toda España y ocupen lugares privilegiados y caros en las mejores zonas.

Pero sus precios son más competitivos y la forma de financiación ventajosa para unos tratamientos que resultan tradicionalmente muy onerosos.

Generalmente no hay tal diferencia. Si observa la letra pequeña, muchos de los presupuestos del acto quirúrgico en las franquicias se desglosan en partidas obvias que al final suponen el mismo coste que ofrece un dentista tradicional que, por otra parte, también puede igualmente contemplar pago fragmentado, hacer factura, admitir tarjetas de crédito, etcétera. Es cierto que juegan con comprar partidas grandes a los proveedores por reunir a un número amplio de franquiciados. Sin embargo, también le digo que hay implantes de 600 euros y otros de 35 y nadie da duros a cuatro pesetas.

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¿Hay alguna manera de reordenar el sector a corto plazo?

Desde el Consejo General llevamos años instando a la Administración nacional y autonómica a actuar en varias líneas. Por un lado, articular una ley de publicidad clara que no dé lugar a resaltar ofertas y promociones que en realidad no son tales. Asturias, País Vasco, Navarra y Murcia ya han legislado en este sentido, prohibiendo también que personajes famosos como un deportista o un actor puedan hacer anuncios sobre empresas relacionadas con la salud y puedan inducir a los pacientes a confundir la notoriedad de esa figura con la calidad de un servicio. Administrativamente también exigimos que la mayoría del patrimonio social y el número de socios de las franquicias correspondan a profesionales del sector sanitario y, en lo académico, acotar la avalancha de odontólogos que surgen de las facultades.

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