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Jorge Alacid
Miércoles, 3 de febrero 2016, 17:03
Superado el impacto inicial del anuncio de cierre, el Gobierno de La Rioja afrontó la crisis de Altadis con una agenda de iniciativas que incluía un par de visitas: la consejera Martínez Arregui recabó apoyos en el Europarlamento durante un viaje relámpago a Bruselas; por ... su parte, la consejera González Menorca acompañó al presidente Ceniceros en su desplazamiento a Extremadura, a cuyas administraciones se procuró incorporar a la causa común contra la decisión de la tabaquera. Son dos iniciativas pertinentes, aunque de trascendencia desconocida: cabe suponer que ninguna de estas medidas de presión llegue a incomodar a Imperial Tobacco hasta el punto de que reconsidere su decisión.
Durante esa semana de febril actividad gubernamental que ahora parece haber decaído, las opiniones recabadas entre antiguos dirigentes del Gobierno regional se apartaron de la lógica seguida hasta el momento por Ceniceros y su equipo: a su juicio, no era a Bruselas y Mérida hacia donde debería dirigir sus pasos la Administración riojana. Su meta, coinciden las fuentes consultadas, debería ser otra: debería ser Londres, ciudad que ayer sí visitaron los trabajadores de Altadis. En su opinión, la única solución para mantener la viabilidad de la empresa exige ir allí donde radique la propiedad, puesto que los ejecutivos de El Sequero o de la división en España de la multinacional están sólo para eso: para ejecutar. Por muy directores generales que sean.
Así que destino, Inglaterra. Pero se trata de un destino que el Gobierno pudo haber coprotagonizado con el comité de empresa, cuyos integrantes comparecieron sin embargo solitos en la capital británica. Huérfanos por lo tanto de la compañía del Gobierno y de los agentes sociales que en casos anteriores sí que peregrinaron hasta la casa madre de alguna empresa empeñada en deslocalizarse. De aquellos precedentes se extrae alguna conclusión: puesto que los propietarios sólo aceptan pensar en una alternativa al cierre si alguna mano les ayuda a dar la vuelta a sus balances, la Administración les deberá convencer de que la cuenta de resultados les puede salir en positivo si siguen en La Rioja. Con los ajustes inevitables o con cualquier otra solución que no sea la de cerrar.
Son consejos que sugieren una estrategia más activa, que se debería acompañar de una mejora en la gestión de la crisis en términos mediáticos: alguna diferencia habrá entre la imagen de un grupito de trabajadores aporreando la puerta de Imperial Tobacco en Londres o la de una comitiva formada por el presidente del Gobierno de La Rioja, alcaldes implicados, líderes de la oposición y dirigentes sindicales y empresariales llamando a ese mismo timbre. La diferencia, en resumen, entre viajar por su cuenta y viajar con nosotros: con nosotros, los riojanos, encarnados por nuestros representantes. Ofreciendo sensación de unidad.
Y en caso de duda, preguntar a la plantilla de Altadis qué prefiere.
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