LUIS JAVIER RUIZ
Martes, 26 de enero 2016, 11:32
A última hora de la tarde de ayer Luis Enrique Medina, presidente del comité de empresa de la fábrica de Altadis de La Rioja, viajó a Madrid para intentar emular a David frente a Goliat. Desde hoy y, confía en que durante varios meses, se ... enfrentará -junto al resto de representantes sindicales- a la cuarta tabaquera del mundo (Imperial Tobacco) para convencerle de que cerrar la planta de cigarrillos de El Sequero es un grave error. «Nos vamos a dejar la piel en conseguir la continuidad de la fábrica. Está en juego nuestro trabajo y la estabilidad de nuestros hogares, de 600 familias», recuerda.
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Hoy se cumple una semana del anuncio del cierre de la fábrica. ¿Cuáles son sus sensaciones?
El golpe está encajado y después de la contundente y masiva respuesta de la manifestación del sábado estamos en el nivel más alto de ánimo.
¿Cómo afrontan las negociaciones con la empresa?
Esta semana no esperamos muchos cambios. Nos entregarán la documentación que hasta ahora nos han negado. Ellos querrán hablar de un ERE, de salidas y del cierre. Nosotros no queremos. No toca hablar de eso. Vamos a pedir una mesa para negociar la continuidad de la fábrica y para buscar las condiciones necesarias para que la empresa siga funcionando. Imaginamos que nos darán un dossier con datos y nosotros contamos con los que nos han ido aportando mes a mes en los que se detallan las ventas por volumen, por marca, la eficiencia, el coste de transformación y comparativas con otras fábricas. Siempre eran líneas crecientes y ahora nos aportarán descendentes.
La empresa les ha marcado unos plazos con unas condiciones que pueden ser muy gravosas para los trabajadores.
Mañana empiezan las negociaciones y nos dan un plazo, el mes de febrero, para negociar y llegar a un acuerdo que se basaría en el cláusula de garantía del ERE del 2009. Si para principios de marzo no hay un acuerdo nos han amenazado con que se abriría el 1 de marzo un nuevo periodo de consultas, un ERE nuevo y negociado bajo los parámetros de la reforma laboral. La reforma laboral ha hecho que las multinacionales no tengan que justificar pérdidas o caídas de mercado y que no necesiten un acuerdo con las partes sociales para llevar adelante un cierre como este. Eso nos tiene atrapados y la pelea es más difícil.
¿Hay margen de negociación?
No queremos un plan de viabilidad. Ya somos viables. Lo que queremos es la continuidad de la fábrica. Ellos dirán que el cierre es innegociable pero los que estamos en la mesa de negociación tenemos tablas para aguantar el envite y nos vamos a dejar la piel en conseguir la continuidad de la fábrica. Está en juego nuestro trabajo y la estabilidad de nuestros hogares, de 600 familias. El problema es lo que tenemos detrás de nosotros. Hay un grupo de trabajadores con los que la empresa tratará de presionar o intentará poner en nuestra contra.
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Después de una semana, ¿tienen ya claro qué ha llevado a Imperial Tobacco a cerrar esta planta?
No lo sabemos. Hemos acometido todos los cambios que nos pedían. Hemos cambiado la forma de trabajar, se han contratado a mecánicos cualificados, estábamos en la última fase de un programa de eficiencia que no han esperado a que terminara... Esto obedece a una deslocalización pura y dura... Muy dura. Podían haber optado por Lyon (Francia), que tiene una producción de 8.000 millones de cigarrillos y un coste de transformación más elevado que el nuestro. O por la de Langenhagen (Alemania), que con una producción muy alta, lo que hace que los costes sean más bajos, también es más caro que el nuestro. Dicen que el volumen del consumo en España ha caído el 45% en los últimos años, pero nuestra plantilla también se ha recortado durante ese tiempo.
¿A qué cree que se debe la brevedad de los plazos? ¿Cree que la dirección de la fábrica se enteró del cierre un mes antes del anuncio?
No es lo habitual en la forma de actuar de Imperial Tobacco. Las decisiones no se suelen tomar de manera tan rápida. Los proyectos no son de un mes para otro, así que una decisión de cierre tampoco se toma de un mes para otro.
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¿Se sienten amenazados antes del inicio de las conversaciones?
Nos sentimos coaccionados, chantajeados. Hablar de la reforma laboral es un elemento de presión...
¿Ha hecho la dirección de la fábrica todo lo que estaba en su mano para evitar el cierre?
De eso les acusamos en la reunión del jueves. La dirección no ha defendido la continuidad de la fábrica y ahora nos toca hacerlo a nosotros desde una posición más difícil, pero nosotros vamos a defender la fábrica, no como ha hecho la dirección. Ellos tenían datos para aportar y no lo han hecho.
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¿Se sienten respaldados por el Ministerio y por el Gobierno regional?
Sí, sin duda. Estamos encantados con que nos ayuden. Creemos que el problema es nacional y que el cierre también afectará a las plantaciones de Extremadura. Hay que apretar a Imperial con algo, lo que no puede ser es reunirse para recordarles que hay ayudas... Hay que exigir a Imperial Tobacco que llegue a un acuerdo con los trabajadores para que la empresa continúe. Hay que presionarles porque no tienen justificación alguna.
Y en la fábrica, ¿hay una única voz?
En el centro de trabajo estamos todos a una. Vamos a salvar la fábrica. Hemos dejado a un lado siglas y vamos de la mano aunque intentarán desequilibrarnos. Seremos capaces de reagruparnos y seguir peleando por la fábrica, porque es rentable y el producto se vende bien. Lo único que quieren es quitar la fábrica porque la marca y el producto son rentables y seguirán vendiéndose.
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