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CARMEN NEVOT
Sábado, 5 de diciembre 2015, 22:10
El 26 de septiembre dos presuntos reclusos yihadistas eran detenidos en la cárcel de Segovia. Días antes habían enviado una carta amenazante a la sede del PP. Escrita a mano en árabe y español, y en nombre de Abu Bakr al-Baghdadi, líder del califato ... del Estado Islámico, la misiva advertía: «Si Alá quiere, gran crimen para Mariano Rajoy».
Esta misma semana, la Brigada Provincial de Información de la Policía Nacional de Madrid detenía, también en la cárcel segoviana, a un preso de 42 años y originario de Marruecos que supuestamente trataba de captar a otros internos para que se unieran a Daesh. El arrestado cumple condena por violencia de género y entre otras ideas sostenía, al menos así lo aseguró en su día ante el juez, que su mujer le pertenecía y que por ser un buen musulmán, podía hacer con ella lo que quisiera.
Las tres detenciones evidenciaban la 'otra' realidad que se vive en las cárceles españolas y de la que Instituciones Penitenciarias ya tenía constancia, de hecho, en julio del 2014 aprobó el Programa de Intervención con los Internos Islamistas en los Centros Penitenciarios, que persigue atajar los procesos de radicalización yihadista que se gestan en prisión.
La Audiencia Nacional ofrecía recientemente un dato: en las cárceles españolas hay unos 180 internos sometidos a vigilancia por riesgo de radicalización. Son presos que no necesariamente tienen que estar condenados por terrorismo islamista, pueden destacar por su fanatismo radical, por su afinidad al ideario terrorista y por liderar o integrar grupos de presión o captación en el centro penitenciario.
En el centro penitenciario de Logroño, según ha podido saber este diario, tres reclusos están sometidos a un control más estricto, es decir, están incluidos en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES), que cuenta con un apartado para internos islamistas, y que en la práctica implica un mayor seguimiento de las relaciones de ese preso con el exterior, así como de sus comunicaciones, con quién se reúne, con quién habla, control de sus movimientos de dinero e intensificación de los registros y cacheos de celda. «Se trata de recoger, analizar y sistematizar un conjunto de datos y variables relevantes para detectar y acotar procesos incipientes o consolidados de radicalización». Así lo detalla el mencionado Programa de Intervención con los Internos Islamistas.
A este control están sometidos en la cárcel riojana dos hombres y una mujer, aunque ninguno de ellos estaría catalogado como peligroso.
Joven asturiana
La mujer, de nacionalidad española, tiene entre 22 y 23 años de edad. Asturiana de nacimiento, se encuentra en prisión, en el módulo de mujeres, por delitos de robo con violencia. Fue trasladada a Logroño desde una cárcel madrileña donde, después de ser ella misma víctima del proselitismo, según varias fuentes, habría tratado de reclutar a mujeres jóvenes para enviarlas a zonas de conflicto al servicio de la organización terrorista, la gran mayoría para casarse y tener los hijos de los yihadistas. Para cuando ingresó en la prisión riojana ya figuraba en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento.
Los dos hombres sometidos al control tienen nacionalidad marroquí. Uno de ellos es un viejo conocido de la cárcel logroñesa. Ingresó hace unos 6 o 7 años para cumplir condena por delitos que no están relacionados con el terrorismo islamista, pero una vez ahí experimentó un proceso de radicalización acompañado de un notable cambio físico y de hábitos. Comenzó a dejarse barba y cambió su vestimenta habitual por una chilaba. De ser un preso común ha pasado a ser uno más en la lista del FIES. Una de las comunicaciones enviadas por este interno y favorables al Daesh habrían alertado a Instituciones Penitenciarias acerca de su giro extremista.
El tercero de los presos que aparece en el fichero también es de nacionalidad marroquí y éste sería el único de los tres relacionados directamente con el yihadismo aunque las mismas fuentes consultadas descartan que haya estado en Siria o en otras zonas de conflicto. Llegó a Logroño trasladado desde otro centro penitenciario hace unos nueve meses.
Estos serían, en principio y a día de hoy, los únicos reclusos de los más de 330 internos que hay en este centro penitenciario relacionados con Daesh o con su red de captación, que dirige su discurso sobre todo a los presos jóvenes que cumplen penas cortas, de entre 2 o 3 años, y que estén próximos a salir de la cárcel para, una vez fuera, participar activamente en la radicalización.
En este nuevo escenario, el sindicato mayoritario de funcionarios de prisión, ACAIP empezó el pasado mes de junio a elaborar un estudio acerca del yihadismo en las cárceles y una comparativa con los presos de ETA. El objetivo no es poner el foco sobre los presos. Lo que se pretende es saber más acerca de las costumbres de los radicales del autoproclamado Estado Islámico y aunar estrategias que favorezcan una mejora en la conducta de este tipo de reclusos.
Financiación desde La Rioja
La vinculación de La Rioja de uno u otro modo con el terrorismo fundamentalista no es nueva. Hace más de doce años, esta comunidad fue el plató de una operación contra el terrorismo islámico, dirigida por el entonces titular del juzgado número dos de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno. Era viernes, 7 de marzo del 2003, a las 18.30 horas agentes de la Guardia Civil detuvieron a punta de pistola a Ahmed Rukhsar, propietario de una tienda de alimentación, habilitada también como locutorio, 'New Lagpal', en avenida de Navarra, por su vinculación con la red financiera de Al Qaeda, presumiblemente a través de la 'hawala' la vía que emplean miles de extranjeros para enviar dinero a su país. Un sistema que el Ministerio del Interior ha constatado que los terroristas seguirían empleando años después.
La redada, que atendía a una petición de las autoridades francesas, estuvo relacionada con la investigación para detener a los culpables del atentado del 11 de abril del 2002 en la isla tunecina de Yerba, donde murieron 19 personas. En el 2006, Ahmed Rukhsar fue condenado a cinco años de cárcel por haber financiado a través del supuesto número tres de Al Qaeda, Khalid Shaykh Mohammed, el atentado de la isla de Yerba. Dos meses antes ya había sido detenido en Tudelilla Abdelkrim Hammad, alias 'Aldelnassa', reclamado por Argelia por homicidio y pertenencia a organización terrorista.
El episodio de financiación, a juzgar por los informes policiales emitidos años después, no fue el único. El Departamento de Estado de EEUU, desde el 2005, tenía a Logroño en su punto de mira como uno de las ciudades desde las que se financiaba a las células de Al Qaeda. Esta información se sabría cinco años después, gracias a los cables de la embajada de EEUU filtrados por la plataforma Wikileaks en el 2010.
Ese mismo año, un informe policial alertaba de la expansión del radicalismo islamista en el norte de España y en La Rioja. El documento de los servicios de inteligencia y de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado recogía textualmente que «hay -era el 2010- constancia de que ha aumentado la presencia de salafistas en el eje de Cataluña, La Rioja, Aragón, Navarra y País Vasco». El mayor motivo de preocupación eran entonces las luchas entre salafistas -partidarios de imponer la ley islámica, la 'Sharia', a través de la violencia- y musulmanes moderados para controlar las mezquitas abiertas.
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