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DIEGO MARÍN A.
Martes, 17 de noviembre 2015, 13:23
El ferrocarril fue esencial para el crecimiento industrial de municipios de La Rioja Alta. El principal ejemplo es Haro, allí se inauguró la estación de tren en 1863, aprovechando la línea férrea Castejón-Bilbao que transportaba verduras de Tudela para su salida comercial a través ... del puerto marítimo. Alrededor de la estación de Haro, a finales del siglo XIX, empezaron a situarse las bodegas para utilizar del mismo modo el transporte ferroviario y comercializar el vino. Así nació el barrio de La Estación de Haro.
Posteriormente se fomentó el transporte de viajeros. Haro llegó a tener dos estaciones en funcionamiento durante 48 años, cuando El Bobadilla circuló de 1916 a 1964 desde Ezcaray hasta allí. Ahora, aquella estación está abandonada y su trazado es la Vía Verde del Oja. La otra, centenaria, aunque en pie, está desierta, la mayoría de los ferrocarriles pasan de largo y sólo cuatro hacen parada diaria en Haro. Y eso que Haro cuenta, además de con estación, con apeadero, el de El Pardo, pero no existe taquilla abierta.
«Los servicios son cortos, fundamentalmente, porque Haro y toda La Rioja se ha quedado como una isla, estamos desconectados», valora Leopoldo García, edil y portavoz del Ayuntamiento de Haro, quien va más allá y afirma que «en los últimos veinte años hemos perdido muchas oportunidades en materia de infraestructuras». A pesar de la sensación de aislamiento, Leopoldo García no desea una apuesta total por el paso del AVE por La Rioja sino una solución menos ambiciosa: «Lo lógico sería plantear una lanzadera a Zaragoza y Vitoria porque pretender que el AVE pase por La Rioja si existe una línea a 50 kilómetros es un disparate». Y está convencido: «Logroño y La Rioja Alta viven cada vez más del turismo y el AVE trae turistas», apunta García.
Actualmente, según entiende el concejal harense, «ni los trabajadores ni los estudiantes de Haro cogen el tren a diario porque hay menos oferta y es más lento y caro, cuando el sentido común dice que habría que utilizarlo más como transporte limpio que es, pero las conexiones más operativas son por carretera». El portavoz del Ayuntamiento de Haro concluye su argumentación con el deseo de que «no perdamos el tren, como no lo perdimos en el siglo XIX». Y es que, opina, «el problema es que las líneas las diseñan los políticos y no los técnicos».
Municipios como Cenicero y Fuenmayor vivieron una época similar de esplendor ferroviario, aunque a otra escala de la de Haro. Y la situación de este transporte es igualmente desoladora. «Si no abandonada, la estación está en desuso, creo que nadie coge ya un tren aquí, la gente baja a Logroño o, incluso, sube a Miranda», informa Eduardo Abascal, alcalde de Fuenmayor, que señala la notable disminución de la oferta ferroviaria desde hace quince años, sobre todo en mercancías. «Podría haber más trenes con parada en Fuenmayor porque hay demanda, pero del AVE mejor ni hablar, a saber cuándo vendrá, si viene...», advierte Eduardo Abascal.
La estación de tren de San Asensio cuenta con la peculiaridad de encontrarse en el extrarradio, a dos kilómetros del pueblo, lo que complica aún más su reutilización. «Hace años tuvo gran importancia por las mercancías de muebles y agrícolas», recuerda el alcalde de San Asensio, Juan Francisco Blanco, quien considera «complicada» la rehabilitación del servicio. «La gente ahora usa menos el tren porque viajar a Madrid, por ejemplo, es más lento y caro», asegura Juan Francisco Blanco.
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