PABLO ÁLVAREZ
Lunes, 16 de noviembre 2015, 00:59
La carne picada es, en teoría, eso: una pieza de carne pasada por una máquina que la hace picadillo (literalmente). La ventaja es que con ella, por su textura y su facilidad de manejo, se puede hacer de todo. Las recetas con carne picada se ... cuentan por miles y están entre las favoritas de los paladares españoles, de la hamburguesa a la albóndiga.
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Así, los lineales de los hipermercados rebosan carne picada. O algo que parece carne picada: bandejas perfectamente empaquetadas, con etiquetado llamativo y lemas conmovedores. Pero sólo hay un problema. Que eso, en realidad, no es carne picada. O no sólo. Y ni siquiera se llama así, aunque para descubrirlo haya que estar atento.
El asunto está en el nombre, y en la ley. Es muy raro que una marca no cumpla con la legalidad, pero lo cierto es que esa legalidad exige a consumidor una información que muchas veces no tiene.
Así, lo que se vende como «carne picada» no siempre es lo que dice ser. Conviene fijarse en los apellidos de esa «carne picada». Si en esos apellidos está la palabra «preparado de» o, sobre todo, las palabras «burguer meat» (literalmente «carne de hamburguesa»), el contenido cárnico puede ser dramáticamente menor. En algunos casos, se trata de preparados con menos del 70% de carne y el resto se reparte entre ingredientes como el agua, proteínas de soja, fécula en algunos casos y conservantes y colorantes.
El consumidor está comprando un producto de calidad sensiblemente inferior a la carne picada 'estándar'. Eso sí, el preparado tiene la ventaja del tiempo: su fecha de caducidad suele ser mayor que la simple carne picada, que debería ser consumida en 24 o 48 horas.
Advertencia europea.
La carne picada que se vende en España ha sido puesta en tela de juicio esta misma semana. Un informe de la Organización Europea de Consumidores (BEUC) hablaba estos días de «prácticas engañosas» en la preparación de productos cárnicos y en su etiquetado en toda Europa.
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En el caso español, el informe pone como ejemplo de ese fraude alimentario el caso de la carne picada de ternera envasada para hacer hamburguesas. Según alertaba en España la OCU, (lo recogía la agencia Colpisa), esas etiquetas hacen pensar a los consumidores que compran «carne de ternera picada fresca», cuando en realidad se trata más bien de una «preparación de carne y, por tanto, debe ser designado como 'preparado de carne picada de ternera'».
Por ello, la OCU exige «etiquetas honestas». Con la finalidad de acabar con el fraude, ha iniciado una recogida de firmas para pedir un cambio en la que ley que exija mayores controles. «Las autoridades deben asegurarse de que las etiquetas sean exactas, completas y honestas», apuntan, y la letra pequeña «debe crecer», porque «hay mil maneras de hacer que algunos datos resalten por encima del resto».
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