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Maite Mayayo
Martes, 20 de octubre 2015, 22:35
Las becas universitarias han engordado en número, sí, pero han adelgazado considerablemente en cuantía, esto es, en el dinero que acaba en el bolsillo del estudiante. El símil sirve para dibujar el devenir de los últimos tres cursos académicos, después de que el Ministerio de ... Educación redefiniera los criterios de concesión de estas ayudas. El tiempo ha constatado que las becas del Gobierno central a los estudiantes matriculados en la Universidad de La Rioja han crecido el 12,8%. Sin embargo, este incremento de becados no ha ido parejo a un aumento sustancioso en su asignación sino, más bien, todo lo contrario: cada estudiante de la UR ha perdido 340 euros entre los cursos 2012/13 al 2014/15.
El último curso, 966 universitarios riojanos disfrutaron de una beca frente a los 856 del 2012/13. Antes de que Wert decidiera trastocar las reglas de juego, el importe medio de la ayuda oficial que percibía un estudiante de la UR alcanzaba los 2.852 euros mientras que en el curso 2014/15 la cifra cayó a 2.512 euros. Ahora bien, por contra, si antes uno de cada seis alumnos de nuestro sistema universitario contaba con ese 'pellizco' económico del Ministerio, el curso pasado fue uno de cada cuatro chavales que estudian en la Universidad de La Rioja.
En el 2012/13 el Gobierno central rediseñó de arriba a abajo la estructura de las becas. Básicamente se unificaron las convocatorias y se reestructuraron las distintas clases de becas a las que los solicitantes podían optar, según los requisitos académicos y económicos establecidos.
El modelo actual
En el vigente modelo se diferencian dos apartados: fijo y variable. En la cuantía fija se incluyen la beca de matrícula (coste de las asignaturas en las que se matricule), la cuantía en relación con la renta del estudiante (con un tope de 1.500 euros) y la ligada a la residencia durante el curso (de 1.500 euros como máximo).
El resto de la ayuda (cuantía variable) se calcula después de haber repartido las becas fijas y consiste en una fórmula que combina su renta familiar y su rendimiento académico y está sujeta al número de solicitudes y al presupuesto disponibles.
Y en últimos tres cursos se ha producido otro hecho notable: la caída progresiva en el número de solicitantes de beca (los peticionarios han descendido el 6,8% entre el 2012/13 y el 2014/15). Los 1.658 estudiantes que presentaron los papeles para acceder a una ayuda del Ministerio pasaron a 1.576 en el del 2013 y quedaron en 1.544 en el curso pasado. Sin argumento oficial que lo sostenga, resulta evidente que el endurecimiento de requisitos sólo para acceder a las ayudas (nota de 5,5 si se opta a la ayuda para la matrícula y de 6,5 si se aspira a todos los conceptos) echa para atrás a muchos de los potenciales solicitantes.
Si en esta escalera por la que discurren las becas del Ministerio, un capítulo como el referido de las solicitudes baja peldaños, otros los suben. Así, las resoluciones favorables han ido subiendo puestos de forma constante hasta situar su crecimiento en este periodo en el 12,8%. Las becas concedidas han pasado de las 856 (cursos 2012/13) a 955 (13/14) y 966 en el pasado.
Si la comparación se centra en el tipo de beca que reciben los estudiantes de la UR, se observa que la mayoría cuenta con la ayuda para pagar la matrícula, además de otros conceptos como la residencia. Así ocurre en 744 casos. Otros 222 alumnos se benefician únicamente de una ayuda para hacer frente a la matrícula del curso. Entre unos y otros, la estadística apunta que uno de cada cuatro chavales que estudia en la UR disfruta de una beca del Ministerio de Educación.
Si la mirada se dirige a la cuantía económica, los datos aportados indican que la media de la beca ronda los 2.512 euros por estudiante, frente a los 2.347 del curso 2013/14 y de los 2.852 del año precedente. En este intervalo hay un recorte de 340 euros que ya no llegan a los bolsillos de los universitarios. Si excluimos la matrícula, la cuantía de la beca rondó el año pasado los 1.972 euros (tres cursos antes la cifra superaba ligeramente los 2.000 euros).
Y como no podía ser de otra forma, una cosa es conseguir la beca y otra bien distinta mantenerla a lo largo de los años que dure el Grado. Las estadísticas nacionales (y extrapolables) revelan que pasada la euforia inicial del estreno universitario el 40% de los alumnos pierde la beca acabado el primer año. Por encima de este porcentaje se sitúan los estudiantes de la rama de ciencias, ingeniería y arquitectura. A medida que transcurren los cursos, el porcentaje de becarios que queda en el camino también va disminuyendo.
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