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LUIS J. RUIZ
Martes, 22 de septiembre 2015, 00:46
Alejandro Ruiz Vidal saltó a las primeras páginas de los medios nacionales el 22 de septiembre del año pasado. Hoy se cumple un año. Natural de Logroño, tenía 21 años y estudiaba cuarto de Medicina en Lérida. Dos días antes había estado en la Plaza del Ayuntamiento para estrenar las fiestas de San Mateo, pero nadie sabe qué paso por su cabeza para, dos días después de aquel 'chupinazo', provocar un incendio en su vivienda, salir a las calles de Lérida con un cuchillo de cocina de grandes dimensiones y un machete, atacar a cinco personas -cuatro extranjeros y un nacional con rasgos foráneos, dice la investigación- hasta que no logró sacar el cuchillo de la espalda del último de ellos y huir por caminos rurales hasta regresar a la capital ilerdense y entregarse a los Mossos d'Esquadra. A expensas de que la instrucción determine si hubo o no motivos xenófobos en sus ataques, la juez que decretó su ingreso en prisión le imputa cinco delitos de homicidio en grado de tentativa.
No eran los primeros apuñalamientos de Ruiz Vidal, miembro fundador de la banda neonazi Nueva Época. El 23 de diciembre del 2012, con otro miembro del grupo, atacó a un colombiano en el Parque del Carmen de Logroño. El pasado mes de junio reconoció los hechos y aceptó una condena de 2 años y 2 meses de cárcel.
El lunes 22 de septiembre del 2014 Ruiz Vidal salió de su casa a primera hora. Fue a una gasolinera y compró combustible. Regresó a su piso y hacia las 17 horas, tras provocar un incendio, salió a la calle con el cuchillo y el machete. En un kilómetro usó cinco veces el primero: un peruano; una mujer marroquí; un español de tez oscura; un chino; y un paquistaní -que se quedó con el arma clavada en la espalda- fueron sus víctimas.
Ahí comenzó una huida que duró 24 horas y durante las que recorrió unos 50 kilómetros por caminos rurales. Regresó a Lérida y a 50 metros de su casa se entregó.
Tras su detención, Ruiz Vidal se sometió a un primer examen psiquiátrico que rechazó patología alguna, algo que su abogado defendió en la primera declaración ante la juez que instruye el caso: «Pensé en matar a mis compañeros con una bomba», aseguró en sede judicial en donde también contó que más de una vez fabuló con la idea de matar a sus padres y suicidarse. Un segundo informe, fechado en febrero de este año, concluye que sufre un «trastorno paranoide de personalidad que en situaciones de crisis se expresa bajo la forma de un trastorno delirante». Esa patología estaría detrás, entre otras y según su defensa, de las agresiones cometidas en la prisión de Ponent de Lérida, en donde continúa ingresado pendiente de un traslado a Logroño.
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