Una señora trata de limpiar la casa y el acceso.

Un pueblo de barro

Calles cortadas, viviendas y bajos inundados tras una segunda tromba en cinco horas en la localidad

Miguel Martínez Nafarrate

Martes, 1 de septiembre 2015, 00:00

La noche fue dura, el día siguiente también: los vecinos de San Asensio se encontraron este martes con un pueblo convertido en un barrizal, en el exterior y en el interior de las casas. Cada cual se afanaba en lo suyo, en el lodazal en ... el que se han convertido muchas bajeras y viviendas.

Publicidad

Desde las 10 de la noche del lunes llevaban los bomberos trabajando en la localidad para intentar achicar agua de bajeras, casas y garajes. Junto a ellos, los vecinos han luchado por arreglar lo que clasifican como "zona de guerra', con calles anegadas de barro y cascotes y piedras arrastrados por el río que forman montones en las puertas de las casas. Quienes disponen de motobombas las han acercado con sus tractores a donde hacen falta, ya que había espacios por la mañanacon entre 30 y 50 centímetros de agua.

Muchas calles podían verse llenas de los escombros dejados por la riada, en forma de piedras y basura. Y mientras, muchos ojos están puestos en el viñedo. Fincas inundadas, y en otras el pedrisco ha desnudado los sarmientos, destruyendo totalmente el fruto.

Ahora el objetivo es, además de limpiar el pueblo, acceder a las viñas para evaluar daños. También, hay quienes piensan en las fiestas, que comienzan el sábado, y que cuentan con algunos actos junto al río, como una comida popular.

Una de las vecinas de San Asensio recordaba la mañana después de la tormenta una tromba similar en 1951 y asumía con resignación la situación: "Qué vamos a hacer: limpiar, limpiar y limpiar".

Dos trombas en unas horas

Publicidad

Las de este lunes fueron dos trombas pocas veces vistas en San Asensio. La primera, sobre las tres de la tarde, dejó agua en las calles y, lo peor, mucho granizo en las viñas. Pero la calma tras la tormenta no duró mucho. Pasadas las nueve de la noche volvió el agua, y con mucha más fuerza.

El cielo se abrió durante más de tres cuartos de hora con mucha fuerza, y la lluvia no cesó totalmente en varias horas. Pero para entonces las calles de San Asensio contemplaban el paso de un torrente, con el agua a la altura de la rodilla, calles cortadas, bajeras inundadas y el agua entrando en las viviendas.

Publicidad

La Guardia Civil, los bomberos del CEIS y los voluntarios de Protección Civil estuvieron trabajando en el pueblo varias horas. Las principales calles estaban anegadas: ya desde la entrada del pueblo, Avenida de La Rioja, Camino de Santo Domingo, José Iturmendi y la Plaza Vieja habían perdido todo aspecto de calle para convertirse en cauces fluviales por donde el agua bajaba con mucha fuerza.

Igualmente un par de ambulancias llegaban al lugar más afectado. La parte baja del pueblo. No hay daños personales. "Nunca se sabe si alguien ha podido quedar atrapado en un merendero o un garaje", avisa uno de los conductores de la asistencia sanitaria. Entretanto, el pueblo luce bicolor. No hay sombras. Marrón en el suelo y plomo en el cielo.

Publicidad

Suenan las motobombas de los bomberos en la calle frente a las escuelas. Allí donde hay una cuesta se ha concentrado el barro. En plena entrada a San Asensio las ruedas del coche se embozan de un barro pegajoso que resuena en los bajos durante un buen rato.

En dirección a las mangueras se advierte el brillo reflectante de tres bomberos que están tratando de achicar el agua de los garajes de un bloque. Flotan calabazas, maderos y una cuartilla de vino. Los bomberos llevan muchas horas sin descanso y mueven todo lo que pueda obstruir las bombas. Arriba, varias mujeres se afanan en mover cientos de kilos de barro a paladas.

Publicidad

Tras el antiguo pilón

Uno de los momentos de mayor tensión se vivió cuando tras la fuente de la Plaza Vieja, lo que era el antiguo pilón, se acumularon litros y litros de agua en unas huertas traseras que terminaron reventando una puerta, haciendo que el agua saliera con fuerza hacia el resto del pueblo.

"Podíamos con el agua que caía", advierte Luis Alberto Lecea. Su casa está a la vuelta de la Plaza Vieja, en plena base de la cuesta que baja desde el Ojo. "Nos afanábamos en retirar el agua del portón y lo teníamos controlado, pero mira (y señala a una portezuela frente a su casa), cuando reventó la puerta esa no había manera, era un río. Imposible hacerle frente", explica mientras se afana en retirar jaulones de botellas, cartones y material que le ha entrado en la bajera. "Esto no es nada", señala su hijo. "Baja, baja y mira lo que hay", dice. "Escaleras abajo el olor lo dice todo. Humedad por todos lados. El sótano está inundado. Unos sesenta centímetros de agua y eso que la marca en la pared empieza a remitir. Una embotelladora está anegada hasta los botones. Están a la espera de una motobomba. Hay buenos equipos en el pueblo. Allí donde hay viñas hay maquinaria. Un trajín de tractores empuja el lodo para un lado de la calle. Otro desplaza unos palés a otra parte. Las motobombas de las bodegas van a tener buen calentamiento antes de la vendimia.

Noticia Patrocinada

Los bomberos también lo señalaban de manera coincidente. "Sí, la lluvia fue fuerte y está lo de la piedra, pero el problema es que reventó la contención de la parte alta y eso ya fue lo peor porque arrastró todo lo que se le puso por delante".

Según avanzaban las horas de la noche, aunque la lluvia perdía fuerza el caudal del agua que bajaba por las calles no descendía, lo que hacía pensar a los vecinos en que la cantidad de agua caída en la parte alta del término municipal (zona de mucho viñedo) había sido muy grande.

Publicidad

Se temen, así, grandes daños en el viñedo, justo cuando los viticultores se preparaban para comenzar en los próximos días la vendimia. Las viñas de al lado de la carretera están afectadas. El toro de Osborne contempla las enormes balsas desde lo alto. Viñas anegadas y racimos golpeados por la piedra. Hay una viña de blanca que está muy tocadita. En el pueblo harán todo lo posible para salvar la cosecha. "Ya hemos hecho toda la inversión en los tratamientos fitosanitarios. El gasto ya está hecho. Ahora estamos pendientes de la vendimia y nos ha llegado esto", señalaba uno de los afectados.

Mientras, en el casco urbano, el agua entraba con fuerza en los edificios. En vídeos compartidos por los vecinos en las redes sociales se ven los esfuerzos de los de San Asensio por abrir (incluso a hachazos) las bajeras anegadas, y evitar así que el nivel del agua subiera más dentro de los edificios. Pero son muchos los vecinos que de madrugada seguían baldeando el agua que entraba en sus viviendas.

Publicidad

En la Plaza Vieja, como se ve en la imagen superior, las viviendas están bastante afectadas. De hecho, hicieron de barrera física contra la fuerza del agua. Uno de los portones de una bajera de la casa tuvo que ser agujereada a hachazos para poder librar la presión del agua. El portón se abre hacia adentro y era imposible hacerlo debido a la presión. Hubo que actuar de manera rápida y contundente y así poder liberar el agua contenida. El propietario de la vivienda estaba muy afectado. Lo llevaba con resignación. "Mira. Qué te voy a contar", explicaba mientras sacaba maquinaria y electrodomésticos a la calle. "Tuvimos que romper la puerta para que el agua pudiera salir. Fue tremendo", señalaba.

Más tranquilidad en la parte alta

Ya en la parte alta de San Asensio, las cosas estaban tranquilas. Las fachadas señoriales de arenisca mostraban la humedad. Como también lo hacía el salón de plenos del Ayuntamiento. Allí, el alcalde Juan Francisco Blanco Zalvidea, antes de enfrentarse al micro de larioja.com apuntaba con el dedo al charco que había en el suelo del salón de plenos. "Ahora toca recoger, limpiar y luego, evaluar. Canales, alcantarillas, zonas de contención... Todo eso vendrá después con la valoración de los técnicos para hacer lo que esté en nuestras manos, pero no sé qué se puede hacer ante una tormenta como esta".

Publicidad

"Ahora nos tendremos que recuperar. Veo que los vecinos están siendo muy solidarios los unos con los otros y esto es muy bueno, explicaba antes de lanzar un bando pidiendo ayuda vecinal. Espero que el tiempo nos dé una tregua y que las fiestas las podamos pasar en paz para pasar página pronto", explicaba Blanco, que apenas había podido dormir.

En la zona del pórtico de la preciosa iglesia de la Asecensión de San Asensio, elevada, se puede ver de un simple vistazo lo que la riada ha dejado. Montañas de cascajo a los lados de la calle y eso que en La Rioja llamamos "un montón de cenaco". Nos aborda doña Eloisa. "Mira, el 4 de julio de 1951 cayó una parecida. No había tantas casas como ahora, pero el daño fue terrible. Cayó dos días seguidos y el agua entró en las casas igualmente. No había sótanos como ahora, pero todos teníamos abajo el corral y los animales. Recuerdo que aparecieron seis machos en Hormilleja que habían huido de las piezas. Se conoce que el pedrisco les daba en las orejas y salieron corriendo hasta que los encontraron por allí. Me acuerdo muy bien de aquellos días", decía con seguridad pasmosa.

A medio camino de la riada, las huertas que hay junto a las antiguas piscinas de El Molino apenas si distinguían los altos y bajos de la tierra. Aún se veía al fondo una cascada procedente de la parte alta del término del Ojo. Botas de agua, escobones, palas, cepillos... Cada uno trataba de evaluar y empezar a mover los brazos con un cierto sentido.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad