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Inés Martínez
Jueves, 6 de agosto 2015, 14:23
Han pasado 70 años desde que la mayor obra de destrucción de vida fuera lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. El reloj marcaba las 08.15 horas ese 6 de agosto de 1945, cuando un bombardero Boeing B-29 llamado Enola Gay lanzó sobre ... Hiroshima la bomba de uranio Little Boy, con una carga destructiva equivalente a 16 kilotones de TNT. Justo 43 segundos después, cuando se encontraba a 600 metros del suelo, estalló en una bola de fuego abrasador de hasta un millón de grados centígrados, arrasando con casi todo lo que estaba a su alrededor.
Se estima que murieron alrededor de 140.000 personas a causa el ataque, entre ellos los supervivientes al bombardeo que fallecieron poco después debido a la radiación. Muchos morirían a consecuencia de las heridas en las horas y días posteriores, tumbados en el lugar donde cayeron a la espera de una ayuda que no llegó, o de un simple sorbo de agua. A los supervivientes aún les esperaba una serie de aterradoras enfermedades provocadas por la radiación: sangrado de encías, caída de dientes y cabello, cáncer, nacimientos prematuros, bebés con malformaciones y muertes repentinas. Y, además, el rechazo de sus compatriotas, que temían contagiarse.
Desde la distancia, en tiempo y en kilómetros, intentamos hacernos a la idea del horror y la destrucción humana que supuso aquel momento, pero no es algo que se pueda imaginar. Para ayudarnos a comprender lo que fue aquella catástrofe, PRI ha creado una aplicación que permite lanzar virtualmente una bomba como la de Hiroshima sobre el lugar que elijamos
¿Y si fuera la Gran Vía de Logroño?
Si el lugar en el que estallase la bomba fuera la Gran Vía Logroñesa, en menos de un kilómetro, desde el Ebro hasta más allá de Las Gaunas, el 90% de la población moriría quemada por el intenso fuego. Las mismas consecuencias sufriría el 70% de los ciudadanos a kilómetro y medio, en los límites de la ciudad, y todo lo construido sería destruido totalmente. En menos de cinco kilómetros, llegando ya a Lardero y Villamediana, también los edificios serían destruidos por el fuego en expansión. Los efectos inmediatos se extenderían hasta los casi 20 kilómetros, llegando a Soto en Cameros, los edificios estarían a salvo, pero la fuerza de la bomba destruiría las ventanas. La altísima temperatura y la elevada presión que se genera en el interior de la explosión emitirían radiación en todas las direcciones.
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