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Pío García
Sábado, 1 de agosto 2015, 21:34
Conrado Escobar (Logroño, 1964) acaba de superar la cincuentena, pero va teniendo ya muchas vidas. Ha sido diputado regional, consejero de Administraciones Públicas, concejal del Ayuntamiento de Logroño, senador autonómico y diputado nacional. También fue presidente de Nuevas Generaciones y secretario general del PP ... riojano. Hubo momentos en que parecía aspirar a todo y momentos en que parecía defenestrado para siempre. Ahora regresa a Logroño para dirigir la Consejería de Políticas Sociales, Igualdad, Familia y Justicia, un macrodepartamento que se ubicará en el edificio de la antigua Consejería de Salud. Conrado Escobar camina hoy por sus pasillos con una sonrisa expansiva, casi eufórica: reparte abrazos y saludos, bromea, gesticula, posa, conversa. Flota alrededor un aire precipitado, entre festivo y revuelto, como de mudanza. Escobar lleva en la mano un fajo de papeles con anotaciones y, mientras habla, se olvida del móvil y acaricia un libro, 'Repensar la pobreza', de Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo. En el subtítulo pone: «Un giro radical en la lucha contra la desigualdad global».
-Decía Cela: «En España, el que resiste gana». Usted es el vivo ejemplo.
-Me encanta Cela, pero... yo creo que en política hay que hacer bien lo que toca. Y eso es lo que he intentado siempre, con la máxima honestidad.
- Tiene usted una trayectoria circular. Fue considerado delfín de Pedro Sanz, luego pareció que lo postergaban, más tarde lo mandaron a Madrid y ahora vuelve... ¿para ser el delfín de Ceniceros?
-No. En absoluto. Ni fui el delfín de Pedro Sanz ni soy el delfín de Ceniceros. Yo soy un hombre de partido y he estado siempre donde se me ha pedido. El haber podido participar en lugares y proyectos diferentes dentro del PP es mi mayor orgullo. En el Ayuntamiento de Logroño, por ejemplo, disfruté muchísimo.
- Pero, después de haber sido todo eso, sería lógico que usted aspire a presidir algún día la comunidad autónoma.
-No. Para nada. Mis aspiraciones se han limitado siempre al puesto en el que estoy. Mi único objetivo ahora es vaciarme en la Consejería de Política Social y ver qué podemos hacer desde aquí para ayudar más a la gente. Aunque partimos de una base muy solvente, en política social no se puede hablar de éxito mientras haya gente que lo esté pasando mal.
- Ocupa usted la Consejería de Políticas Sociales, Familia, Igualdad y Justicia. Y por si fuera poco también le corresponde Juventud y Deportes. ¿El que mucho abarca poco aprieta?
-Confieso que cuando José Ignacio Ceniceros me leyó la nomenclatura de la Consejería... ¡eso impresiona! Pero me pareció un reto muy interesante. El riesgo que usted dice existe, pero para evitarlo lo que estoy haciendo es, primero, pidiendo ayuda y escuchando mucho. Y segundo, alineando un equipo magnífico para estar más cerca de la gente, para prevenir nuevas formas de exclusión social. Y hay un ingrediente fundamental: en la Comunidad Autónoma tenemos empleados públicos que son talento puro. De mí depende aprovechar ese talento en beneficio de toda la sociedad.
- Le veo con muchas ganas de hablar de políticas sociales, pero supongo que Justicia le va a quitar más tiempo que todas las demás competencias juntas...
-No, no... (gesticula).
- Lo digo porque estamos en vísperas de estrenar un nuevo Palacio de Justicia. Y eso es algo muy gordo.
- La gestión que se ha hecho en Justicia, y muy en concreto en el tema del nuevo Palacio, ha sido ejemplar y se lo agradezco a Emilio del Río, a Cristina Maiso y a todo el equipo de la sede judicial. Se han empleado a fondo para que los ritmos se fueran cumpliendo. Pero el edificio no es un objetivo en sí; debe de servir para que la Justicia sea más cercana al ciudadano y más ágil.
- ¿Y cuándo lo inauguramos?
-La obra civil está prácticamente acabada. Hay que licitar el mobiliario y la equipación tecnológica. Pero no pondré fechas porque debe ser un proceso compartido. Aprovecho para pedir paciencia y comprensión a los trabajadores. Al final todos saldremos ganando.
- En muchas sentencias penales dictadas en La Rioja, los delincuentes están viendo rebajadas sus penas por la atenuante de «dilaciones indebidas». Eso no lo solucionará un nuevo edificio. ¿Necesitamos un tercer juzgado de Lo Penal o poner más jueces?
-La agilización de la Justicia es la eterna aspiración. La implantación de una Oficina Judicial que ordene los expedientes de una manera más racional nos ayudará. Además, La Rioja es un modelo en introducción de las nuevas tecnologías en el mundo judicial. ¿Es suficiente? No. Pero creo que las nuevas leyes de ámbito nacional (Enjuiciamiento Criminal, Código Penal, Jurisdicción Voluntaria), van a aliviar el número de expedientes, al repartir mejor el trabajo y al reducir trámites innecesarios.
- O sea, que de momento no habrá más juzgados.
-Yo no lo pondría ahora mismo como una cuestión prioritaria. Sí que nos proponemos impulsar la mediación judicial e intrajudicial. Al final, el que acude a la Justicia lo quiere es resolver un conflicto y el sistema de mediación puede contribuir a ello sin saturar los juzgados.
- Los abogados se quejan de que la comunidad no ha actualizado el baremo de las guardias desde que asumió las competencias en Justicia. ¿Prevé usted incrementarlo?
-He tomado nota. Comprendo el asunto y la reivindicación, aunque ahora no es el momento de tomar decisiones. Pero sí quiero decir que, por mucho que revisemos los baremos, los abogados del turno de oficio realizan un esfuerzo encomiable, que nunca estará bien pagado.
- Todo esto lo deberá hacer usted en minoría, pactando con otras fuerzas políticas. ¿Es un hándicap?
-Es lo que es. De nada sirve lamentarse. Los riojanos han votado y esto es lo que ahora nos toca. Prefiero verlo como una oportunidad: abrimos una época de diálogo, también en el Parlamento, y de humildad. Creo que en ese cometido nos ayudará el talante del presidente.
«Ayudar a las familias no es solo un asunto fiscal»
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