C. NEVOT
Sábado, 11 de julio 2015, 10:54
logroño. Si hay un hombre de partido en la nueva tripulación que acompañará a José Ignacio Ceniceros en su singladura ese es Conrado Escobar. Este abogado riojano retorna a su tierra después de cuatro años, muchos dirían que de exilio, en el Congreso de los ... Diputados. En este tiempo ha logrado hacerse un hueco a la derecha del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. La enconada lucha antiyihadista les ha hecho inseparables compañeros de viaje.
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uPersonal. Logroño, 1964. Casado. Tiene dos hijos.
uProfesional.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo.
uPolítico. Diputado en Cortes hasta ahora. Consejero de Administraciones Públicas (2007-2011). Teniente de alcalde de Logroño (2003-2007). Senador autonómico, diputado autonómico, secretario general del PP (1999-2003). Presidente de NNGG (1992-1995).
Ahora regresa para pilotar una macroconsejería que conjuga asuntos tan dispares y a la vez tan convergentes como Políticas Sociales, Familia, Igualdad y Justicia. De esta última, de la cartera de Justicia, se despidió hace cuatro años cuando cedió el testigo a Emilio del Río y de quien paradójicamente lo recoge ahora. El ciclo que inició Escobar de la mano de Sanz se cierra ocho años después de que como consejero de Administraciones Públicas, cargo que el ya expresidente le confió en el 2007, se mostrara convencido de que las competencias de Justicia acabarían en La Rioja. Y llegaron no exentas de arduas negociaciones que, también paradójicamente, fructificaron con un gobierno socialista y con Francisco Caamaño al frente del ministerio.
La espina dorsal de aquellas conversaciones fue el nuevo Palacio de Justicia y una financiación adecuada de esta nueva infraestructura llamada a ocupar el solar del antiguo cuartel de Murrieta. Conrado Escobar se manejaba como pez en el agua y sacaba pecho por una obra que tenía muchas novias. En abril del 2011, el Gobierno adjudicaba a Pesquera Ulargui Arquitectos la redacción del proyecto de la futura sede judicial, y un mes después, con unas elecciones autonómicas y municipales por medio, Sanz prescindía de sus servicios y encomendaba la tarea de levantar uno de los buques insignias de su Ejecutivo a Del Río. No se lamió las heridas y se fue con absoluta discreción asumiendo con férrea lealtad la voluntad de su presidente y del partido y haciendo de su nueva encomienda su caballo de batalla, con ilusión, como un niño con zapatos nuevos y, sobre todo, sin alzar la voz. La joya de la corona vuelve a sus manos justo ahora que la nueva infraestructura está a punto de abrir sus puertas.
Este logroñés, de la cosecha del 64, salido de la cantera de Nuevas Generaciones, ha probado también otras savias. Fue cocinero antes que fraile y del 2003 al 2007, fue teniente de alcalde y portavoz del Ayuntamiento de Logroño de la mano de José Luis Bermejo y de Julio Revuelta después.
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