Begoña, Conrado y la Moleskine

Apostaría un euro y la deuda griega a que Begoña Martínez, que hoy se estrenará como consejera de Presidencia, fue el primer ajeno a la familia Ceniceros que conoció sus ideas para la alineación de su Ejecutivo. Ideas u «ocurrencias», que habrían, que habríamos dicho muchos de haber siquiera intuido con qué intenciones disparaba el hijo de Siro. Porque ha disparado y con posta de la gruesa para dejar rastro y aviso. Rastro indubitable del origen del tiro y aviso a navegantes y circundantes de que es él y sólo él quien aprieta el gatillo.

Cómo si no interpretar la salida de Emilio del Río o de Javier Erro del nuevo equipo de gobierno. Siendo como eran dos de la ya pretérita era Sanz, su continuidad, o no, se tenía por prueba de fuego de la ambición autárquica del nuevo inquilino del Palacete de Vara de Rey, 3. Y a fe que la ha superado. De largo. Diría uno, que sin embargo no lo piensa como seguro sí lo hacen más de cuatro en el ámbito popular, que hasta se ha pasado de frenada. De la misma se ha quitado de en medio la ambición política del primero y la fraternal lealtad (al antecesor) del segundo. Y con ellos, a José Ignacio Nieto, quemado como un buen calçot por la contestación que ha generado su gestión y al que sólo la aprensión de Sanz a los cambios en sus gobiernos le había salvado el gallete ya en los últimos tiempos.

Begoña sabrá. De eso y de Conrado Escobar redivivo para la causa cuando se le tenía ya visitando al Tanatos de los políticos. A Conrado lo hace presente Ceniceros y le entrega no una cartera, un carterón con la que puede recuperar la gloria política que se le iba entre los dedos. O estrellarse, que también. Tengo que comentarlo con Begoña. Y anotarlo en mi Moleskine.