Dos formas de verlo
José Antonio Del Río
Jueves, 9 de julio 2015, 18:38
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José Antonio Del Río
Jueves, 9 de julio 2015, 18:38
A José Ignacio Ceniceros hay que reconocerle que en los, llamémosles, nuevos tiempos de la política está echando el cuajo por situarse del lado de los ciudadanos. De la gente de la calle, quería decir, que votó lo que votó el 24M y le recetó ... a su gente, la de la clase política, una de regeneración por vía de urgencia. Ayer volvió a esgrimir palabras graves para hacer ver que ha captado el mensaje: trabajo, entendimiento, esfuerzo, personas, ideas, libertad, derechos humanos, oportunidad, justicia, responsabilidad, innovación, audacia, inteligencia, creación, originalidad, solidaridad, dinamismo... Por si fuera poca artillería, además, como quien mira a los ojos al mismísimo genio de la lámpara, se hizo oír: «Deseo una comunidad abierta y tolerante. Capaz de integrar, desde el respeto mutuo... Capaz de escuchar la opinión del otro como alguien cuya opinión merece oírse». Por voluntades menos ambiciosas les han hecho a algunos secretarios generales podemitas, con su círculo cárdeno y todo. O beatos, que sería otra forma parecida de verlo.
Y tal que le preocupa al nuevo presidente lo de la regeneración, al saliente como que nada. O es lo que parece. Pedro Sanz ha perdido en este trance sucesorio una oportunidad inigualable para, como se ha dicho desde siempre en La Rioja, (que no como un senador)La reserva de escaño en la Cámara Alta quele obsequiaron su grupo y un guiño críptico de Ciudadanos le hace un flaco favor a la causa expresada por el mismísimo Rey Felipe que ayer recordó Ceniceros: «Regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones...». El viaje que Sanz y otros tres expresidentes del PP emprenden ahora al Senado, donde se encontrarán con otros tantos ex del PSOE, le suena al común a remate de jubilación, a privilegio exclusivo, a retiro de lujo con la billetera alicatada hasta el techo. Mientras no se demuestre lo contrario, el Senado se tiene como tanatorio de políticos del primer nivel donde los crisantemos son nóminas de cinco mil al mes.
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