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Miguel Martínez Nafarrate
Lunes, 1 de junio 2015, 21:40
Me contó un amigo, y juro que aún me río, que había recorrido la calle un par de veces, ida y vuelta. Entre atascos y semáforos, no hallaba el medio de salir de Madrid. Un montón de kilómetros y una hora para recorrerlos porque Arturo ... Soria pasa por ser una de las calles más largas de la capital. Eran finales de los ochenta y por aquel entonces la avenida se anunciaba 'A. Soria'. 'Tengo que ir bien, tengo que ir bien. No puede ser tan difícil seguir las indicaciones para volver a casa. ¡Qué ganas tengo de llegar a Logroño', se decía mientras iba poniéndose de todos colores en el coche hasta que un guardia le avisó de su error.
Ahí, al ladito de Arturo Soria hubiera encontrado un pequeño rinconcito de La Rioja. Si el agente le hubiera dicho, por seguir con la comedia, que podía haber entrado por Sorzano para llegar a Entrena y dar media vuelta por Albelda para alcanzar la plaza de Anguiano...
ignacio briones sáenz de tejada
Nacido en Logroño en 1922, terminó sus estudios de ingeniero industrial en 1947. Casado con María Teresa Sáenz de Tejada y Benvenuty en 1949, se doctoró en 1969 y contribuyó desde la década de 1950 al desarrollo de la construcción en España. Fue director de Saconia en 1956 y presidente de Seopan en 1975, fecha desde la que se convirtió en presidente de la patronal del sector CNC desde la que participó en la creación de la CEOE, donde ocupó el puesto de vicepresidente, idéntico cargo que en la Federación Europea de la Construcción (FIEC). Le tocó intervenir en reuniones con el ministro riojano de Obras Públicas Javier Sáenz Cosculluela y los planes de desarrollo que aguardaban en 1992. Briones citó que el futuro, en ese momento, era esperanzador (ferrocarril, carreteras y obras hidráulicas), pero se preguntaba si las disponibilidades económicas del país iban a ser posibles con la premura necesaria para acometerlas.
Ahí, muy cerquita, entre A. Soria y la M-30 hay un pequeño rinconcito de La Rioja. Escondida, como la región, figura un ramillete de calles y de plazas con nombres de pueblos riojanos. Tan bien envueltitas las calles entre arboledas y parques... ¿Quién dice que no cantan los pajarillos en Madrid? Aquello es un vergel y una buena excusa para los chicos del National Geografic para ilustrar un reportaje sobre ornitología urbana.
Rodezno, Sorzano, Albelda, Nalda, Ortigosa, Autol y hasta Cidamón, un pueblo que para señalarlo en el mapa hay que hacerlo con el dedo y diciendo a la vez más o menos pooooor aquí.
Esta 'Little Rioja' o 'Riojatown' en medio de la gran Madrid responde al guiño de un arquitecto de origen logroñés llamado Ignacio Briones y Sáenz de Tejada. A él, bueno, mejor dicho, a su empresa se le encomendó edificar unos bloques de aspecto uniforme, pero ideales para que la capital absorbiera la ingente llegada de mano de obra de todas partes a finales de los cincuenta. Pisos baratos, coste mínimo, como era el espacio interior y los sueldos de los nuevos capitalinos. Yugos y flechas adornaban los cabezales de los portales, un esquema repetido hasta la saciedad en las geometrías de las ciudades de este país. Proyectos clónicos, como distinguir a la legua un colegio o un cuartelillo. Eso del estilo y la huella de los grandes arquitectos llegaría más tarde. Entonces sólo se hablaba de funcionalidad. Cincuenta años antes que Toyo Ito.
Baratos y frondosos de vegetación. Lo verde se cuidó y aquellos plantones se han convertido en una masa arbórea tan generosa que ofrece una sombra tan adorable que ya la quisieran los vecinos de Primero de Mayo, donde el sol sí es una estufa de butano.
Las hiedras se han apoderado de troncos y ramas. Y ciertamente el vecindario se queja de que habría que darles de vez en cuando un repaso de 'peluquería', por no decir que a la parada del autobús, en plena calle Torrelaguna, le han quitado la marquesina y claro, los vecinos, especialmente los mayores, se quejan de las esperas en días de lluvia para ir al centro de salud. Los compradores de aquellos pisos han cumplido la misma pila de años que los bloques de ladrillo y ellos, ajenos a si Anguiano está pegadito a Valvanera, quieren que sus regentes miren dentro del bosque.
Avenida de Logroño, La Rioja o Riojanos son nombres dedicados en el callejero madrileño a esta región, pero ralos en el mapa. Aquí no. En este rinconcito está todo junto.
A Ignacio Briones le apeteció dejar su impronta en la ciudad y esta veintena de nombres con los pueblos de La Rioja (de arriba y abajo), sólo cortados de norte a sur por Torrelaguna, no pueden ser más que el íntimo deseo de cometer una 'travesura' con los nombres de unas calles que ahí siguen desde finales de 1950.
'Little Rioja' se enclava en barrio de Ciudad Lineal, a la derecha de la M-30 según se mira el mapa y un pasito por encima de la Avenida de América, entrada lógica para aquellos que preferimos viajar por Soria frente a los defensores de la vía burgalesa (tertulia de bar inacabada).
A los arquitectos Carlos de Miguel y Eugenio de Aguinaga se les encargó la urbanización de la zona y a la promotora Saconia, la ejecución. Era terreno baldío y la única orden era: Barato y verde. Ignacio Briones era el director general de la constructora y el encargado de erigir los edificios con la premisa económica y la de la repoblación arbórea como máximas.
Allí se alinearon de manera particular las calles con nombre riojano en permanente rebeldía con la brújula al salirse del orden norte-sur/este-oeste. Un barrio, tranquilo, sosegado y alineado premeditadamente en diagonal para repartir a partes iguales el sol y la sombra entre los vecinos, la misma que ahora disfrutan de las copas de esas enormes acacias.
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