Luis J. Ruiz
Sábado, 25 de abril 2015, 20:00
La vida de Álex era como la de cualquier otro chico de su edad. Tenía un buen puesto de trabajo y era bien considerado en la empresa. Pero como sucede muchas veces, algo se torció y acabó enganchado al juego. Una adicción «más difícil de ... entender», dice, al carecer de una sustancia adictiva... pero una adición al fin y al cabo. Las cosas se torcieron. «Me metí hasta el fondo», recuerda, y tuvo que buscar financiación donde no debía. Acabó delante de un juez reconociendo su error y cruzando los dedos para que su próxima partida no la tuviera que jugar en la cárcel. Hubo un acuerdo previo entre acusación y defensa que permitió una condena por conformidad. «Yo lo que no quería era pasar por la cárcel, lo que quería era curarme». Esa voluntad fue la que le facilitó su aterrizaje en el SGPMA de La Rioja con una suspensión de la condena y una cita con ARJA, la Asociación Riojana de Jugadores de Azar en Rehabilitación. Esta semana habrá cumplido su deuda con la justicia. «La condena fue realizar un programa de dos años, pero voy a seguir yendo. Por mi bien», reconoce Álex.
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Dos años después de haber iniciado aquel programa, no duda en explicar su satisfacción y gratitud. En su caso la medida alternativa ha tenido el resultado perfecto. Se ha rehabilitado y ha conseguido rehacer su vida laboral y personal. La cárcel, como para muchos otros, hubiera sido, asume, un gran error.
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