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Casimiro Somalo
Sábado, 11 de abril 2015, 21:18
La élite del verde oliva está en Logroño. Están entre nosotros, conviven con nosotros y son auténticos especialistas. Están formados, tienen capacidad operativa fuera de toda duda y son reclamados porque tienen experiencia, práctica y capacidad de resolución. El GAR (Grupo de Acción Rural de ... la Guardia Civil) tiene proyección nacional e internacional. Han estado y están en todas las zonas de conflicto bajo el paraguas de todos los organismos internacionales. Desde Afganistán a Haití y Colombia; de Bosnia a la República de Centroáfrica y al Líbano o Colombia... Algunos siguen creyendo todavía que sólo han actuado contra ETA y en Francia. Pero su despliegue es mucho más amplio.
La unidad de élite con sede en Logroño tiene 360 efectivos de los que 38 están hoy en distintas misiones internacionales por medio mundo. Desde que participaron en el conflicto de Bosnia en 1998, más de 500 efectivos del GAR han intervenido en Kosovo, Líbano, Haití, Afganistán y República Centroafricana, por poner algunos ejemplos. Sin embargo, miembros de la unidad han estado en más de 40 países en diferentes intercambios de experiencias operativas, protegiendo embajadas, ayudando en evacuaciones y actuando como policía militar.
Cuentan que hasta el mismísimo Obama solicitó la presencia del GAR en Afganistán sabiendo de su experiencia y formación para intervenir en zonas de conflicto. No es de extrañar porque en la sede de la unidad de Logroño se respira un ambiente de disciplina, eficacia y fortaleza propio de las unidades de élite.
Si el Duque de Ahumada en el siglo XIX y quienes idearon la unidad en 1979 a imagen y semejanza de la lucha contra ETA levantaran la cabeza comprobarían hoy cómo evolucionan los tiempos y cómo han sabido adaptarse a todos los cambios que se han sucedido en nuestra sociedad.
En aquel marco de la lucha antiterrorista combatieron a ETA con su misma estructura y con especialistas. Las claves de todo grupo de acción han sido siempre la capacidad de adaptación, el entrenamiento, la acción, el trabajo y la disciplina. Y es lo que han venido haciendo desde su nacimiento hasta hoy. Con el tiempo se han ido redefiniendo objetivos, estructura, estrategia y perspectivas.
El teniente coronel Jesús Gayoso, un gallego de La Coruña casado con una riojana, como tantos otros del GAR, está al frente de la unidad. Hay que aparcar estereotipos de otros tiempos; no sirven. La unidad ha evolucionado en todos los sentidos como lo ha hecho la propia sociedad española en los últimos años. Y no sólo en el aspecto físico y la juventud de los mandos sino hasta en las exigencias máximas para sus integrantes. Yclaro está, además de contar con el mejor material disponible para una unidad de operaciones especiales en la que no se deja nada a la improvisación. «Aquí, tenemos una ventaja, afirmó el teniente coronel. Podemos elegir a los aspirantes. La clave, dijo, está en la entrada del componente humano. El resto es entrenamiento, acción, trabajo y más entrenamiento».
En el santuario del GAR en Logroño se notan los cambios desde entonces. Todo es distinto; diferente. Nada se parece ya a lo que fuera en su nacimiento. Se nota desde el mismo momento en el que se levanta la barrera de entrada, en el patio, con una simple ojeada y en una visita de cualquier jornada.
Son jóvenes y atletas. Y dejan entrever una fuerte sensación de grupo. El ambiente impone respeto. Nada parece improvisado. Ni en el patio ni en las escaleras ni en las dependencias ni en los discursos.
Más allá de los 'armarios' la unidad tiene un elevado nivel de formación y está llena de especialistas en diferentes modalidades propias de una unidad tan singular. Sin ir más lejos, el 65 por ciento está titulado en inglés. Hay que estar disponibles para cualquier emergencia allí dónde sea necesario.
Jesús Gayoso, teniente coronel y jefe del GAR, decía que en la unidad «tenemos expertos de todo lo necesario para garantizar la seguridad y la estabilidad en cualquier sitio en el que soliciten nuestra presencia».
Efectivamente, desde el conflicto de Bosnia- Herzegovina en 1998 el GAR se ha integrado en todas las acciones de los grandes eventos celebrados en España en los últimos años y ha participado en todas las misiones internacionales con distintas obligaciones. Sin ir más lejos, al día siguiente de nuestra visita volvían 25 guardias civiles de Centroáfrica. Allí han participado junto a los franceses en dar estabilidad y seguridad a dos distritos de Bangui, la capital de la República Centroafricana. Un conflicto étnico y salvaje en el que había que restablecer el orden para poder vivir y evitar crímenes en masa.
Pero antes lo hicieron en la zona asignada a España en Afganistán. De allí trajeron a dos guardias muertos en atentando a los que junto con otros muertos en distintas acciones se les recuerda y venera en un gran panel. «En nuestras misiones -aseguraba Gayoso- hay disponibilidad e implicación. Es algo que percibe le gente».
La vida de los miembros del GAR está basada en entrenamientos, acción, trabajo y más entrenamientos. «Es fundamental», precisa Gayoso. Y lo hacen en situaciones inverosímiles, en el campo que tienen en las proximidades de La Grajera y que pronto será un centro neurálgico para el entrenamiento de distintas policía europeas. O en cualquier otro lugar del mundo rural riojano. Dos semanas de trabajo, dos de entrenamiento y una de descanso conforman su ritmo vital.
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