ÁFRICA AZCONA
Sábado, 11 de abril 2015, 12:35
El yoga cobra cada vez más fuerza en La Rioja. En lugar de tirar de botiquín y prescribir pastillas, médicos y psicólogos empiezan a 'recetar' cada vez más esta práctica milenaria, sin efectos secundarios, ya sea por estrés, insomnio, rehabilitaciones.... El yoga, que nació hace ... 3.500 años, sigue ofreciendo respuestas en el siglo XXI. ¿Por qué? «Sencillamente porque funciona y en unas pocas clases se notan los beneficios», concluyen en las escuelas consultadas. En un principio, los alumnos acudían por curiosidad y atraídos por lo oriental, pero ahora «cada vez es más frecuente que se acuda por indicación médica», señala José Argáiz, profesor desde hace 30 años, junto a su mujer Violeta Gil, de la escuela Ananda, de Logroño. Frente a otras variantes «que desaparecen como las burbujas de jabón», el yoga trabaja todos los planos del ser humano: «Lo que ofrecemos son una serie de técnicas ancestrales sencillas que la gente debería conocer. Tendríamos que conocer nuestro cuerpo para saber controlarlo en cada situación. Si la gente tuviera un mejor conocimiento de su anatomía seguramente iría menos al médico».
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No es necesario tener elasticidad. Da igual estar jubilado, el estrato social, estar embarazada o tener mal la espalda. Todos caben en una clase. Son ejercicios sencillos y accesibles a todo el mundo y, a diferencia del deporte, «que desarrolla más unas partes del cuerpo que otras», con esta práctica se atienden todas las áreas.
«Hay que quitar esa imagen de faquires, acróbatas o contorsionistas», señala Javier Lucea, del Aula de Relajación San Miguel, en Logroño. De hecho, si uno se asoma a una de las clases que se imparten en nuestra geografía, comprobará que la realidad es otra. Las escuelas de La Rioja están llenas de personas de todas las edades, algunos más que octogenarios. Hay amas de casa, ejecutivos, agricultores y, cada vez más, trabajadores del ámbito sanitario y docente, colectivos con alto nivel de estrés. Y a todos les va bien.
«Ahora no hay los prejuicios de antes. Sin embargo, la popularización del yoga lo ha llevado a descafeinarse», opina Lucea en referencia a la aparición de nuevas versiones, alejadas de la esencia de esta práctica, de ahí, como remarca José Argáiz, la importancia de encontrar una buena escuela. «No es fácil porque muchas veces se muestra como un cajón de sastre».
Estrés, insomnio, depresión. A estos motivos se une, además, una necesidad de mirar hacia dentro. La gente viene porque no está bien. «El origen de los problemas que vive el ser humano está en su interior y, por supuesto, también lo están las soluciones», afirma de Antonio Martos, de la escuela para profesores Mahashakti, en Ujué (Navarra), donde ya se ha formado una veintena de alumnos para impartir clases.
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