Carmen Nevot
Lunes, 13 de abril 2015, 21:51
Desde hace 20 años a todo recién nacido se le efectúa una prueba auditiva. Se trata de detectar posibles deficiencias auditivas congénitas que afectan, según la presidenta del Colegio de Médicos de La Rioja y especialista en Otorrinolaringología, Inmaculada Martínez Torre, a uno de cada mil bebés. Pero de estos, no todos van a tener una hipoacusia de tal gravedad que vayan a necesitar un implante.
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Cuando se detecta un déficit lo primero que se hace es rehabilitar al niño con prótesis auditivas, es decir, con audífonos para que pueda aprender a hablar. Y ¿cuándo se ponen los implantes cocleares? «En el caso de que sean sorderas neurosensoriales, que sean sorderas profundas, que no se oiga nada por ninguno de los dos lados y que no puedan oír con una prótesis convencional, es decir, con un audífono», apunta Martínez Torre.
El 40% de las sorderas son genéticas. Unas se expresan antes y otras después, pero también hay otro porcentaje que se producen, en niños, por infecciones en el oído, por nacer con bajo peso, con meningismo o con sufrimientos fetales. En adultos pueden venir por una exposición a tóxicos.
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