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Inés Martínez
Domingo, 29 de marzo 2015, 21:26
Tomás y Burgo miran a sus bebés con amor, pero también con admiración y casi incredulidad. Tener en sus brazos a unos niños sanos y suyos era para ellos algo impensable hace tan solo dos años. Estos dos alfareños dedican sus horas y toda ... su energía a cuidar de sus dos mellizos, Tomás yRocío, como lo haría cualquier padre recién estrenado, pero estos niños, con poco más de un mes de vida, ya tienen una gran historia que contar. Son de padres alfareños, pero tienen pasaporte estadounidense: nacieron en California del vientre de Verónica mediante maternidad subrogada, técnica más conocida como vientre de alquiler, término que quienes saben del tema aseguran que no es nada apropiado.
El proceso, que ha durado menos de dos años, comenzó cuando, tras siete años intentando ser padres y tres abortos, el último con mucho riesgo para la vida de Burgo, los médicos les dijeron que, definitivamente, debían olvidarse de gestar un hijo. Pero para ellos esto no fue sinónimo de olvidarse de tener un hijo que genéticamente fuera de los dos.
Comenzaron a investigar sobre la maternidad subrogada, una técnica de reproducción asistida que permite tener hijos a familias que no son capaces de llevar a término la gestación por sí solas. Para superar esta incapacidad, la familia establece un acuerdo con una mujer para que geste y dé a luz a su hijo. Este método no está permitido en España pero sí en otros países como Ucrania, Rusia, India o Tailandia y algunos estados de EEUU.
En nuestro país la ley sobre técnicas de reproducción asistida dice que los contratos de gestación por sustitución son «nulos de pleno derecho», pero no está penado ni castigado por ley alguna. Lo que sí es posible es inscribir a los menores en el registro. Un gran paso que ha llegado tras varias sentencias judiciales que han tenido lugar tanto en España como en Europa y que han antepuesto la necesidad de proteger a los menores al hecho de que los padres hayan utilizado una técnica no permitida.
Las partes imprescindibles en el proceso de maternidad subrogada son los intended parents (padres de intención), una clínica de fertilidad, una agencia de contacto con madres dispuestas a gestar el embrión o embriones y los abogados, que son los que llevan a cabo toda la parte legal del proceso. Lo primero es hablar con la clínica y desde ahí «va todo rodado te ponen en contacto con la agencia que trabaja con las madres gestantes y entran en juego los abogados».
«Para cuando vas al nacimiento, ya está la mitad del papeleo hecho. Antes, en Los Ángeles se celebra un juicio antes de la semana 26 de gestación en el que queda reflejado que los bebés son tuyos. Así que cuando la gestante se pone de parto, el hospital te llama directamente a ti para que vayas porque tiene los papeles que especifican quiénes son los padres, que la madre subrogada y su marido están conformes con la situación, etc. Lo único que queda es sacarles los pasaportes una vez que nacen, ya que el certificado de nacimiento es americano, e ir a la embajada española para que los inscriban en tu libro de familia. Este último paso también puede hacerse desde España, que es lo que hemos hecho nosotros. En unas semanas nuestros pequeños serán unos alfareños más. Mientras, aquí están, de americanitos», dice entre risas Tomás.
No sólo el papeleo tiene su complicación. En el proceso de fecundación también entran en juego muchos factores. En el caso de estos dos alfareños, el problema no estaba en la fecundación, estaba en la gestación, así que pudieron aportar tanto los óvulos como los espermatozoides. Pero hay otros casos en los que puede que no valgan los espermatozoides o los óvulos, parejas homosexuales..., entonces hay que contar con donantes.
Todas estas partes del proceso y lo que se compliquen o no repercute en el desembolso económico, que varía en función del país, los intentos de fecundación, si se desea un embrión o dos, lo que cobra la gestante (que tiene un sueldo que puede cubrir desde el hospital hasta la ropa o su baja por maternidad y una niñera para sus hijos, en función de cada caso). «Pero cuando se habla de hijos no se puede hablar de dinero», dice tajante Tomás. En cualquier caso, según las asociaciones de maternidad subrogada, las parejas pueden gastarse entre 50.000 y 200.000 euros, aunque recomiendan no escatimar en según qué partes del proceso, ya que puede haber problemas con el papeleo, por ejemplo. Por eso California es uno de los destinos preferidos de los padres de intención ya que todo está más que estudiado y controlado.
A pesar de que puede sonar farragoso, no lo es tanto y Burgo y Tomás tienen clarísimo que se lo recomendarían a cualquiera «Por supuestísimo, cien por cien», dicen los dos a la vez con una gran sonrisa «por eso lo estamos contando, para que la gente sepa que esta es una técnica de fertilidad como otra cualquiera y que, aunque el coste es elevado, es una cuestión de prioridades».
Cambios legales
La asociación Son nuestros hijos trabaja en una Iniciativa Legislativa Popular, para la que deben recoger 500.000 firmas, cuyo objetivo es reivindicar la «gestación subrogada como derecho reproductivo de las familias que no pueden gestar a sus hijos, reivindicar el acceso al registro civil de nuestros hijos y reivindicar la regulación de en España», explican.
Burgo y Tomás optaron por Estados Unidos por una cuestión burocrática y de facilidades. «Allí llevan haciéndolo casi 40 años. Tienen claro que esto no es ningún tipo de compra-venta de bebés ni de explotación de mujeres, sino que es algo que alguien hace solamente por ayudar a los demás», explica el padre. Una muestra de estas palabras es la situación social de la tercera persona implicada en el nacimiento de los niños, Verónica, la gestante, alguien con una situación económica solvente y su propia familia. «Tú eliges a la chica en función de muchas razones: su historial clínico, si lo ha hecho antes... pero ella, después de conocer tu historia, también elige si quiere hacerlo o no. Aquí no se impone nada a nadie. Una vez que la conoces te das cuenta de que ella no lo hace por dinero, lo hace por poder dar a alguien algo que lleva deseando tantos años. Es alucinante que una persona pueda mostrar tanta solidaridad», comenta Burgo.
El embarazo
Esta pareja acompañó en la distancia a Verónica durante los nueve meses de embarazo. «Hablábamos constantemente con ella por Skype y por mail y nos contaba cómo iban las cosas. Desde aquí intentábamos no pensar todo el día en ello, porque si no te vuelves loco», aseguran. Esta relación se establece no solo con la madre gestante, sino con toda su familia, que también la apoya en el proceso. «La mentalidad es otra, mucho más abierta y solidaria. Era muy bonito ver cómo los hijos de Verónica, con sólo 4 y 7 años, eran perfectamente conscientes de que los bebés que iban a nacer no eran sus hermanos y que su mamá los estaba cuidando para sus papás de España», cuenta emocionada Burgo.
El momento del parto, por cesárea, fue absolutamente ilusionante para los dos: «Nos sentíamos como en una película, dando vueltas por el pasillo», ríe Burgo. Y no solo para ellos «nosotros no podíamos dejar de mirarlos y tocarlos, la carita, las manos... Pero Verónica tenía la misma cara de felicidad que nosotros". A ese momento inolvidable que supuso ser padres hay que sumar el trato del hospital: «Nos hicieron una fiesta con regalos para los bebés. Se sienten orgullosos, para ellos también es un triunfo poder hacernos felices».
Sin datos oficiales
En España no existe un registro oficial del número exacto de parejas que han sido padres mediante maternidad subrogada, pero según varias asociaciones que trabajan en ello, fueron unas 1.400 el año pasado. Una de ellas, Son nuestros hijos (SNH), fue la precursora de un movimiento por el reconocimiento en España de la maternidad subrogada como un método más para ser padres.
Javier Herráiz, su secretario, cuenta que todo nació como una lucha personal de 12 parejas por tener sus propios hijos y que terminó siendo un lugar de encuentro y de apoyo para padres que quieren empezar con el proceso o están inmersos en él. «En nuestros registros constan más de quinientas parejas inscritas el año pasado, pero no todas pasan por nosotros» explica «lo que ocurre es que no es algo que la gente airee y solo tenemos conocimiento del tema por casos de famosos o por padres que tienen problemas para volver de determinados países con sus hijos. La gente no sabe que es un proceso mucho más normal, natural y sencillo de lo que parece», añade.
Al igual que Tomás y Burgo, Javier mantiene que se trata de una cuestión no solo legal, sino de mentalidad: «Cuando mi marido y yo íbamos a ser padres, yo viajé a California a conocer a nuestra gestante y cuando paseábamos por la calle y la gente nos preguntaba a quién se iban a parecer los bebés era de lo más natural explicar que ella sólo estaba gestando por nosotros, la gente no se sorprendía».
En SNH, los padres cuentan con un foro privado en el que poder resolver sus inquietudes y ayudarse entre ellos sobre cualquier duda, por mínima que parezca. «Al principio piensas en asuntos legales o económicos, pero luego te planteas temas como si al viajar para el momento del parto es mejor llevar desde aquí el carrito del bebé, los pañales, biberones... o comprarlos allí, en qué hotel quedarte, etc. Es una ayuda imprescindible», asegura Burgo.
Mientras su madre habla, Tomás come con ganas y Rocío duerme relajada. No son conscientes de que para llegar hasta aquí, también ellos han tenido que hacer un gran esfuerzo. Algún día sabrán que sus padres lucharon, a pesar de que la naturaleza se había puesto en su contra, por tener una familia como siempre la habían soñado.
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