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Carmen Nevot
Sábado, 10 de enero 2015, 17:58
Con 34 años le detectaron la enfermedad en una analítica rutinaria. Han transcurrido 16 años y desde entonces, Alberto no es su nombre real ya que prefiere permanecer en el anonimato por el rechazo que dice haber sufrido a causa de la enfermedad ha vivido ... un auténtico calvario.
Pasó de llevar una vida normal, saludable, de deportista... a intentar tratamientos agresivos que nunca llegaron a «dormir el virus». «Sólo en una ocasión parecía que había desaparecido», cuenta, pero las buenas noticias duraron poco. A los meses, ese bichillo volvía a estar ahí, persistente. «De nuevo a empezar y de nuevo otros tratamientos».
La situación empeoraba con los años y las embestidas de la enfermedad complicaban por momentos su estado de salud. Le aparecieron unos pequeños tumores en el hígado. Tenía cáncer hepático y sólo había una solución: el transplante. El hígado donado llegó en el 2011 y aunque en principio con el órgano nuevo el virus daba negativo, volvió en poco tiempo. La situación empezaba a ser insostenible. Alberto estaba realmente enfermo: «Me encontraba francamente mal». «Tenía complicaciones en todas partes y estaba mejor en la cama», apunta.
Todo cambió en agosto cuando su doctora logró que entrara en el programa de uso compasivo de Sovaldi y desde entonces toma este fármaco que, al menos de momento, parece haber acabado con el virus. «Me encuentro bastante bien y llevo una vida tranquila, además, el tratamiento no es tan agresivo, de hecho no he notado nada». ¿Tiene esperanzas? «No lo sé, he pasado por tanto, pero aquí estoy luchando todavía. Ahora me encuentro prácticamente bien».
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