El cóctel de la vida

Aunque oficialmente el Sofosbuvir, que en combinación con el Simeprevir tiene una eficacia superior al 90%, se dispensa desde este mes de enero, en La Rioja a finales del pasado año siete personas recibían ya este tratamiento. Dos de ellas desde agosto cuando entraron a formar parte del programa de uso compasivo que tiene como misión permitir el acceso a medicamentos que todavía no están autorizados a pacientes no incluidos en un ensayo clínico. En estos casos, en los que se persigue atender situaciones comprometidas en ocasiones con serio riesgo vital, es el médico el que hace la petición a la compañía farmacéutica que desarrolla el producto y a las autoridades nacionales que tienen que aceptar el uso compasivo.

Los otros cinco pacientes riojanos a los que ya se les suministraba este fármaco comenzaron a tratarse en diciembre. Son, todos ellos, según apunta la jefa de la sección de Aparato Digestivo del Hospital San Pedro, Begoña Sacristán, casos en los que la enfermedad está más avanzada y no han respondido a tratamientos previos.

Desde este mes, añade Sacristán, quien detalla que en La Rioja no le han puesto limitaciones, otros 18 pacientes recibirán el mencionado fármaco y a lo largo del 2015 se suministrará a otro medio centenar de riojanos. Un salto cualitativo si se tiene en cuenta que el tratamiento con Interferon y Ribavirina, la «espina dorsal hasta ahora de las terapias contra la hepatitis C», detalla, tenía una eficacia del 40%.

No obstante, aún quedarán centenares de enfermos de hepatitis C en La Rioja, hasta los 500 que se calcula que hay, que irán recibiendo el tratamiento, de momento acotado a los casos más graves. Una comisión clínica es la que, desde el 2012, decide y decidirá el tratamiento que deben recibir los pacientes afectados por hepatitis C. Desde su creación, en la sanidad riojana se han tratado a 120 pacientes con un coste que supera los 2,5 millones de euros para el sistema sanitario regional.

Un fármaco con limitaciones

El carácter restringido de este fármaco ha sido precisamente en el conjunto del país una de las quejas más reiteradas de la Plataforma de Afectados por las Hepatitis C, que reclama el uso generalizado de las nuevas terapias antihepatitis cuyo principal escollo es el precio.

De hecho, en el caso de Sofosbuvir, desde que la Agencia Europea del Medicamento (AEM) aprobó su uso, las negociaciones para abaratar el precio entre el Ministerio de Sanidad y Gilead, el laboratorio que lo produce, han sido arduas. Finalmente, a mediados de noviembre se alcanzaba un acuerdo económico y el coste por paciente de Sofosbuvir se estima que ronda los 30.000 euros que sumados a los 20.000 del Simeprevir un medicamento que en principio se iba a dispensar en La Rioja a partir agosto pero que a última hora se retrasó por la inminente llegada de Sofosbuvir, arrojan un gasto de 50.000 euros por enfermo. Una cantidad que asume íntegramente el sistema sanitario puesto que se prescribe como tratamiento hospitalario y, por tanto, con desembolso cero para el paciente.

El Ministerio de Sanidad anunciaba antes de fin de año que este 2015 entre 5.000 y 6.000 pacientes serían tratados con los nuevos fármacos, una cifra que podría llegar incluso a los 7.000 con otros dos nuevos medicamentos que está previsto incorporar en el primer trimestre del año.

Revolución antihepatitis

En los últimos años se está viviendo la auténtica revolución de medicamentos antihepatitis. Sofosbuvir no es el único. En cuestión de semanas, el Hospital San Pedro dispondrá de otro tratamiento, el Daclastivir, que en cóctel con el anterior, tiene una tasa de éxito del 98-100% en tratamientos de 12 y en ocasiones de 24 semanas. Pero este no es el único, en febrero-marzo próximos estará aprobada, según Sacristán, una nueva terapia denominada Harmoni, que es mezcla de Sofosbuvir con Ledipasvir, que en los estudios realizados consigue eliminar el virus en el 95-100% de los pacientes. La misma garantía de éxito que el Combo 3D, que también se comercializará en los próximos meses.

Lo cierto es que con este panorama, para Begoña Sacristán, la hepatitis C, que tuvo su pico de incidencia en los 90, tiene los días contados, aunque será necesario seguir tratando el deterioro que esta enfermedad deja en los pacientes. Unas consecuencias que tienen una elevada carga clínica, social y económica.

Desde el año 2000 la incidencia de la hepatitis ha disminuido dado que las transfusiones que en su día fueron la principal vía de transmisión son ahora más seguras, la población drogadicta ha mejorado sus condiciones higienico-sanitarias, se ha regulado la donación de sangre y los centros de tatuajes también tienen mejores condiciones.