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María José González
Lunes, 17 de noviembre 2014, 00:04
Particulares, empresas y entidades locales de La Rioja se han sumado en los últimos años a la moda de la biomasa, la fuente de producción energética alternativa al gasóleo (más económica y limpia) basada en la quema de aprovechamientos forestales y de residuos de las ... industrias de transformación de la madera y de explotaciones agrarias. En la actualidad hay censadas en la comunidad 110 instalaciones (calderas) que suman una potencia acumulada de 5.800 kilovatios, según los datos facilitados por la Dirección General de Industria del Gobierno regional.
El salto cuantitativo que ha registrado esta nueva fuente energética en la región es espectacular ya que en el 2008 sólo había registradas cuatro instalaciones con una potencia de 553 kilovatios. Es decir que, en términos relativos, el número de calderas de biomasa ha crecido el 2.650 por ciento y la potencia que generan se ha multiplicado por diez. Eso sí, desde la desaparición de las ayudas públicas para particulares en el 2012, las cifras se han estabilizado y el crecimiento anual es de unas diez o doce nuevas instalaciones al año, frente a las 49 que, por ejemplo, se contabilizaron en el 2011, precisa el director general de Industria, Julio Herreros.
De las 110 calderas, 77 corresponden al sector residencial y abastecen de calefacción y agua caliente sanitaria a 767 viviendas: doce comunidades de propietarios, integradas por 712 pisos, y 55 unifamiliares. En el caso de los bloques, Herreros destaca tres actuaciones realizadas en Logroño: el número 9 de Jorge Vigón (dos calderas), cuatro portales de Belchite de los números 1 al 7 (también dos instalaciones) y Santa Juliana, en el paseo del Prior (una caldera que suministra a 104 viviendas). Fuera de la capital riojana, el representante del Gobierno regional señala una comunidad de propietarios en Santa Engracia de Jubera «donde, además de la caldera automática de pellet (el combustible de biomasa consistente en cilindros de madera comprimida), tienen una más pequeña para quemar leña».
Al margen de los particulares, la utilización de esta fuente energética se ha extendido también entre las empresas y las entidades locales riojanas que, en conjunto, suman 33 instalaciones de biomasa.
En el caso del uso industrial, el conocido como 'petróleo verde' parece un sistema energético idóneo para invernaderos, granjas avícolas y porcinas, hostelería (casas rurales y restaurantes) y la industria agroalimentaria (conserveras, bodegas, cárnicas...). Como casos concretos, Herreros anota dos champiñoneras de Pradejón (una de ellas con una caldera de 151 kilovatios) y dos granjas porcinas (Baños y Alesanco). Asimismo recuerda que Ferrer Sport Center (Logroño) tiene una instalación híbrida solar-biomasa (28 kilovatios) y resalta el complejo de los Salvatorianos, también en la capital riojana, con una caldera de biomasa de 500 kilovatios.
En el caso de entidades locales, la actuación más representativa es la de Daroca. Este municipio fue el primero en apostar hace dos años por implantar la biomasa como fuente para proveer de calor y agua caliente a distintas instalaciones municipales y a la parroquia. «Este pueblo y su alcaldesa, María Teresa Álvarez Ozcariz, son un excelente ejemplo de cómo hacer economía y desarrollo en el medio rural», subraya Juan Jesús Ramos, técnico de AVEBION, asociación nacional constituida hace diez años con el fin de promover el desarrollo del sector de la bioenergía en España.
Dos productores riojanos
Dos empresas riojanas, Ebinor (Sotés) y Bitalia (Nájera) «producen y distribuyen pellets y astilla, tanto a granel como en sacos y están preparadas para hacer llegar la biomasa tanto al cliente final como a los distribuidores intermedios, ya que cuentan con transportes específicos para estos diferentes formatos de combustible», explica Ramos, quien recalca que «la presencia de ambas empresas asegura un suministro estable». Todo ello, sumado al «enorme potencial» en la oferta de materia primera (forestal y agrícola) «indica que La Rioja cuenta con las condiciones óptimas para que se desarrolle ampliamente el uso de la biomasa en los próximos años», aventura Ramos.
Sin embargo, el director general de Industria considera que es necesario poner límites a esa expansión en las grandes ciudades: «Es cierto que es una energía verde y que la masa vegetal absorbe el CO2 que se genera, por lo que puede resultar my interesante en los pequeños municipios, pero en núcleos urbanos grandes generaría problemas adicionales medioambientales por la concentración de partículas (cenizas) el aire», concluye.
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