CASIMIRO SOMALO
Sábado, 18 de octubre 2014, 23:37
Octubre ha devuelto la vida a los montes y la ilusión a miles de aficionados a las setas. Las lluvias de finales de septiembre aventuraban inminentes floraciones. El pasado fin de semana ha sido uno de los mejores de los últimos años. Con agua, era ... lo esperado. Tras la lluvia se desató la fiebre. Los boletus, escasísimos durante todo el mes de septiembre, inundaron todas las zonas en las que las tormentas habían dejado decenas y decenas de litros. No hay más que ver la evolución de los precios en distintos comercios de Logroño bajando de los 24 euros el kilo a 10 y 12 e incluso menos, para saber que la floración ha sido abundante. Pero un año más, la temporada de otoño, la más esperada, se ha iniciado sin la anunciada regulación de la recogida de setas. A los miles de aficionados riojanos hay que sumar otros procedentes de comunidades vecinas donde la recolecta está regulada y cuadrillas de extranjeros organizados. El efecto llamada comienza a preocupar hasta a los seteros más recalcitrantes a la regulación.
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¿Qué ha sucedido con la anunciada regulación? A estas alturas de la temporada es prácticamente imposible que pueda entrar en vigor. Habrá que esperar al próximo año. El borrador, de carácter técnico, elaborado por la Dirección General de Medio Natural de La Rioja con el asesoramiento de la sociedad micológica Verpa, se encuentra en la Secretaría General Técnica y a la espera del dictamen del Consejo Consultivo de La Rioja. En todo el proceso se trata de preservar los derechos de los titulares de los montes (ayuntamientos en su gran mayoría) para el aprovechamiento de un recurso tan preciado hoy como la micología.
La regulación micológica ha generado siempre tensiones en todas las regiones en las que se ha llevado a cabo. Pero, sin ir más lejos, estamos rodeados por distintos sistemas implantados en las comunidades vecinas. «Aquí -reconoce Miguel Urbiola, director general de Medio Natural- vamos a hacer lo que digan los ayuntamientos que tienen montes micológicos, porque ellos son los propietarios de los derechos». Sin embargo, Medio Natural pretende un mínimo de armonización y un posible acuerdo tanto a nivel regional como por los distintos valles para que no se produzca una situación caótica de una regulación diferente en cada municipio.
Los derechos de los Ayuntamientos
Algunos contactos ya se han realizado en este sentido con distintos alcaldes. No va a ser fácil llegar a un acuerdo para acotar o no los montes riojanos. «Hay que respetar los derechos de los ayuntamientos. Si el borrador está en el Consejo Consultivo de La Rioja es porque con la actual legislación cabe hasta la posibilidad de que los ayuntamientos arrienden la explotación a un particular», señala Urbiola.
Pero las aspiraciones son otras. No se trata tampoco, como reconoce el director general, de cerrar los montes y el acceso para el uso y disfrute de los vecinos de una localidad concreta. Tampoco de un mero afán recaudatorio en el que se establezca un precio y tantos kilos máximos por aficionado y día.
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Nadie dijo nunca que fuera fácil ni sencillo pese a que el borrador haya sido consensuado en la parte técnica con sociedades micológicas e incluya un anexo completo con todas las especies recolectables en tiempo y forma.
Medio Natural, mientras tanto, seguirá negociando con los ayuntamientos y procederá a la aprobación del borrador cuando obtenga el visto bueno del Consejo Consultivo. «El monte es de todos -apunta Urbiola- y todos tienen que tener su oportunidad y posibilidad de acceder a un recurso como el de la micología y que sea perdurable en el tiempo».
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Mientras tanto, miles de aficionados recorren estos días los montes riojanos buscando los mejores bocados de la naturaleza. «Ha salido mucho y de todo», comentan algunos aficionados asiduos a Villoslada, Lumbreras o Moncalvillo, tres de los lugares más socorridos. Octubre está siendo generoso con los seteros y promete serlo más si, como anuncian las previsiones meteorológicas, continúa lloviendo en próximas fechas.
La temporada de setas deja también otras secuelas menos agradables. Caminos y accesos saturados de vehículos los fines de semana hasta crear problemas de circulación en los lugares más afamados; zonas de recogida en las que pisotean y machacan setas no comestibles pero necesarias para el mantenimiento del ecosistema y no poca suciedad también forman parte del paisaje micológico.
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El ocio y el negocio de los montes tiene, también, otras caras menos amables.
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