Álex, Adrián, Borja, Olivia y Melisa esperan en la parada del autobús de Sorzano antes de trasladarse a Nalda.

Con los libros a otra parte

Sorzano cierra su colegio tras casi tres siglos de vida escolar en el pueblo

Pilar Hidalgo

Jueves, 11 de septiembre 2014, 19:30

Sobre las 08.45 horas de ayer Adrián, Olivia, Melisa y Borja se dejaban ver por el entorno de la escuela de Sorzano. Como cualquier otro día de años anteriores. Ayer comenzaba el curso en el CRA Moncalvillo, centro al que pertenece el colegio de ... Sorzano. Pero, a diferencia del pasado año, estos cuatro niños que estudiaban en la localidad se acercaron a la parada junto a su escuela para tomar un microbús con dirección a Nalda, cabecera del CRA, donde recibirán clase a partir de ahora.

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Allí les esperaba también Álex, otro pequeño del municipio, que ya ocupó un pupitre en Nalda en el 2013-2014.

La escuela de Sorzano no abrirá este curso sus puertas. En septiembre pasado acogió a seis alumnos, pero una chica inicia este año sus estudios en La Laboral y otro chaval se ha ido a Albelda. Así que sólo continúan cuatro y el mínimo exigido para mantener un centro rural es cinco. Se pone fin así el sueño que albergó el sorzanero Pedro Estefanía, cuando en 1744 donó toda su hacienda para que su pueblo contara con un maestro de primeras letras. Sorzano fue hace justo 270 años una de las primeras localidades riojanas en disponer de escuela. Casi tres siglos después, la historia de la vida escolar en Sorzano se interrumpe. Quizá para siempre.

Con nostalgia

«La Consejería de Educación nos ofreció mantener la escuela aunque se quedaran cuatro porque hay seis pequeños menores de 3 años que se podrían incorporar en los próximos años, pero los padres han preferido cerrarla para que sus hijos se relacionen con más chavales», asegura el edil de Educación, Goyo Remírez.

«Hasta este curso han estado todos muy juntitos y ahora cada uno tendrá su clase. Creo que les va a venir bien», considera Erika Segura, una de las progenitoras que ha optado por la clausura. A Zhivka Petrova le da algo más de pena. «Aunque me han dicho que Nalda es muy buen colegio, la atención de los profesores no será tan personalizada», opina la madre de Melisa.

Remírez miraba ayer con nostalgia al edificio que relevó en 1922 al primer aulario que impulsó Estefanía. «Un pueblo sin críos es un pueblo muerto», lamenta. El Consistorio aún no sabe qué uso le dará a las aulas. También Melisa, de 7 años, no podía evitar echarle una última ojeada a su antigua escuela antes de subir al microbús. «Me gusta el colegio de Nalda, pero no creo que sea mejor que el de Sorzano», se despedía la niña.

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