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Casimiro Somalo
Domingo, 17 de agosto 2014, 23:31
Hace ya medio siglo. Parece que fue ayer. Y, sin embargo, el 'tirolés' vuelve por sus fueros. Trae savia nueva con el mismo origen y recupera el nombre originario con el que lo bautizaron en Cenicero los del pueblo; bueno, los de la ' ... city', que son muy dados a los motes. El padre de Valentín preparó un brebaje, un vermú, siguiendo la tradición de los ancestros. Vino blanco, hierbas maceradas, azúcar y alcohol. «¿Y cómo le llamamos?» La cuadrilla de vinos no tuvo que esperar demasiado ni pensar mucho. Una ocurrencia, como tantas veces. Por la ciudad venía entonces un vendedor ambulante con un sombrero tirolés. Alguno de la pandilla lanzó la idea. «¿Y por qué no le llamamos tirolés?».
Bautizado estaba el vermú que se bebía en vasos chatos, como lo hacían en otros lugares, y aquí con un poco de sifón y más tarde con un trozo de limón y un hielo.
Pero ya se pueden imaginar. El 'tirolés' no tenía registrado el nombre. Un avispado comerciante catalán lo tenía en propiedad sin que se hubiera imaginado nunca que fuera otra cosa que un sombrero sino una bebida con nominación popular que se vendía por pueblos y localidades de la zona en garrafones y botellas.
Valentín Pascual, hijo del fundador, ha terminado haciéndose con la marca 'Tirolés'. Llevaba tiempo detrás porque de alguna manera formaba parte de un patrimonio particular y colectivo de la zona. Y de ello hace ya, este año, medio siglo. En su día tiraron a la basura dinero sin saber cómo operaban en el registro de marcas y después de haber hecho etiquetas y otro material de promoción y comercio.
La misma fórmula
Valentín Pascual e hijo siguen hoy con la tradición. «Con la misma fórmula que entonces», dice. «Blanco, de viura de Cenicero y 23 hierbas maceradas, azúcar y alcohol. 15 grados». ¿La diferencia? Hasta hace poco lo comercializaban como 'Pascali' y todos pedían un 'tirolés', como se ha popularizado por una buena parte de La Rioja Alta y en otras ciudades del entorno con vínculos en la tierra.
El vermú de Cenicero tiene ya nombre propio. El mismo que idearon en la cuadrilla de amigos. Y como en la ciudad son tan suyos, muchas veces la primera recomendación o sugerencia para los nuevos visitantes es decirles 'Vamos a echar un tirolés'.
'El tirolés' hay que tomarlo frío. La botella, fría. Necesariamente. Es una bebida dulzona que puede beberse sola. Valentín y su hijo recomiendan echarle un hielo y un trozo de limón.
Así es refrescante y sabroso. No tiene la amargura de los vermús tradicionales y de marca. Puede tomarse sin nada a cualquier hora. Pero prueben a hacerlo con cualquier tipo de encurtidos y una anchoa. Verán.
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