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María Félez
Domingo, 17 de agosto 2014, 23:30
Es el momento en el que todo cambia. Ese en el que el ginecólogo con el ecógrafo en la mano suelta lo de: vienen dos. Hay en casos -los que vienen precedidos por tratamientos de fertilidad- en los que la posibilidad entra dentro de ... la cabeza de los padres, pero en otros cae como un jarro de agua fría. Luego hay que hacerse a la idea. Amoldarse al hecho de que van a ser los protagonistas del resto de tu vida y echarle valentía al asunto. Como con cualquier hijo habrá problemas, quizás por duplicado, pero también las alegrías vienen de dos en dos.
Noelia, Beatriz y Sara habían pasado la treintena cuando nacieron sus gemelos. «Los primeros meses son los más complicados, después todo depende de si duermen bien o no, porque no es el mismo esfuerzo seguir el ritmo de dos pequeños si no has pegado ni ojo por la noche», cuenta una de ellas. «También es verdad que los gemelos se crían de otra forma. No hay tiempo para estar contemplándoles la cara y se hacen las cosas, a veces, más rápido que con uno», comenta la otra.
Sara, mamá de Mario y Manuela, además tenía ya un pequeño. «Lo peor de todo es compaginar los horarios, porque aunque hayan nacido ellos tú tienes que seguir tu vida, porque hay otro al que tienes que llevar al cole, darle de comer...», comenta.
Para Noelia, mamá de Javier y Sofía, todo ha sido mucho más fácil. «La verdad es que siempre se han portado muy bien, han sido dos niños muy buenos y hemos podido ir con ellos a cualquier sitio», reconoce.
Iratxe y Samuel lo pasaron mal los primeros meses de vida de los pequeños Inés y Pablo. «Es lo más complicado, yo casi no podía salir ni de la cama y Samuel se tuvo que encargar de todo», comenta Iratxe.
Dos corazones
«Desde que oyes que hay dos corazones dentro de ti, ya comienzas a pensar en duplicado». Así resume Conchi su historia. Una historia que cambió de la noche a la mañana. En un abrir y cerrar de ojos. Cuando el ginecólogo confirmó que no nacería un solo bebé sino dos: Martín y Luis. Conchi entonces ya había cumplido los cuarenta, pero eso no la amedrentó. «Mi abuela tuvo gemelos en aquellos años, cuando no había pañales de usar y tirar y la ropa se lavaba a mano. Me parecería injusto quejarme. Que dan guerra, pues sí, son niños».
Reyes estaba a punto de cumplir los 50 cuando nacieron sus pequeñas Reyes y María. Lo que para otros hubiese sido una complicada noticia, para ellos fue toda una bendición. «Cuando tienes gemelos a los 30 te quitan la vida, cuando los tienes a los 50 te la dan». Esa es su forma de ver las cosas. Reyes es maestra y todos los días lidia con 25 chavales de tres años. «Ves las cosas de otra forma que cuando eres más joven, quizás no tienes tantos miedos, aunque también te falta la frescura de los treinta, pero todo no se puede tener», cuenta.
Tampoco olvidan el tema económico. Dos gemelos salen a peor cuenta para el bolsillo que dos hermanos de diferentes partos. Beatriz, mamá de Nora y Álex, es clara al respecto. «En la mayoría de las cosas, cada una se gasta lo que quiere gastarse». Reyes le rebate: «Sí, pero también están las vacunas, los libros, los uniformes... No hay nada que puedas reutilizar y el gasto siempre es multiplicado por dos», comenta.
Son madres, no duermen por las noches, casi siempre van manchadas de gusanitos, ya casi no les da tiempo de arreglarse para salir a cenar pero su sonrisa al mirar a sus hijos no deja lugar a dudas. No los cambiarían por nada.
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