María Félez
Jueves, 7 de agosto 2014, 22:13
Hay situaciones en las que piensas cómo el ser humano es capaz de aguantar tanta presión y no estallar en el intento. Es el caso de José Ángel Ciordia, un calagurritano de 39 años que lleva en paro desde el 2010 y que no ... recibe prestación alguna desde hace un par de años. Con cuatro hijos (uno de ellos vive con él y los otros tres con su exmujer) no ve salida a esta crisis que le ha dado de lleno y de la que no consigue zafarse.
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«Nunca me han llamado desde la oficina del INEM. Bueno, me llamaban cuando tenía prestación para hacer cursillos, pero nada más», cuenta. La situación ha llegado a tal punto que su actual pareja y él han tenido que separarse físicamente. Ella se ha ido a vivir con sus padres a Andalucía, y él, con su hijo mayor, a su casa de materna. «Ahora llevamos ocho meses sin poder vernos», echa la cuenta.
Se ha visto obligado a volver al domicilio de su madre, que con 500 euros saca lo suficiente para que vivan los tres. «Estar dos años sin ingresos te obliga a volver a casa de tus padres porque se acaba lo poco que puedes ahorrar mientras tienes paro», dice.
«De lo que sea»
«Menos mal que está la familia, porque si no estaría ya desesperado», cuenta mientras explica el encaje de bolillos que tienen que hacer cada mes para subsistir con ese dinero. Sus hermanos ayudan, uno de ellos que también vive en la casa materna ha encontrado trabajo y eso hace sobrellevar mejor la situación, pero José Ángel lo que quiere es encontrar un trabajo que le permita mantener a su familia. «De lo que sea, en el puesto que sea».
«Los de mi edad tenemos un problema grave, que no somos ni jóvenes ni mayores y entonces a las empresas no les dan ninguna ayuda para contratarnos», cuenta. «Además, somos los que tenemos cargas familiares, hijos, hipotecas...». Y eso que José Ángel está agradecido a que su ex mujer no le pide ningún tipo de ayuda para mantener a los tres pequeños (de 13, 12 y 11 años). «De todas formas tampoco podría dárselo. ¿De dónde?», dice resignado. Gracias a Dios tampoco tenía hipoteca. «Vivíamos en un piso de alquiler, pagábamos 200 euros, pero ni eso hemos podido mantener. Cuando no ingresas nada, no puedes mantener nada», sentencia.
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Hasta el 2010 no había dejado de trabajar, en una empresa o en otra, de un puesto o de otro, pero desde entonces no hay forma de que salga algo. Quizás alguna chapuza o algún día suelto en algún bar, pero poco más. Todas las semanas dedica varios días a enviar currículum a las empresas de la zona. Pero nada de nada. «Los políticos dicen que estamos saliendo de la crisis, lo de la luz al final del túnel y esas cosas, pero que vengan a decírmelo a mí. No creo que puedan», dice meditando una situación que cada vez se complica más. Ahora parece que van a llegar ayudas para estos casos desde el Gobierno central. «Llegan las ayudas a la vez que las elecciones y pronto se irán», remata tajante.
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