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Maite Mayayo
Sábado, 14 de junio 2014, 21:54
Esas manos grandes y enérgicas podrían hablar por sí solas pero el obispo ha decidido que acompañen y enmarquen sus reflexiones. Esas manos nervudas pero finas con el anillo pastoral en su anular izquierdo envuelven sus palabras en el aire, les dan forma a los ... ojos del interlocutor para reafirmar y asentar su elocuente oratoria. Juan José Omella rememora su llegada a tierras riojanas hace ahora una década, «con 58 años, con muchas ganas de trabajar y cargado de ilusión», recuerda. Hoy mantiene sus inalterables aquellos deseos y repasa su trayectoria desde el 29 de mayo del 2004 cuando tomó posesión de esta diócesis y de una tierra que ya ha hecho suya.
La pregunta es obligada, ¿cuál es el balance de este tiempo?
Me siento muy identificado con esta tierra y su gente. Estoy a gusto y sigo trabajando con ilusión. ¿El futuro?: Otros diez años trabajando.
¿Guarda en su memoria su llegada y sus sentimientos?
Fue un momento muy bonito, una magna celebración. En Calahorra, con todos los obispos y el pueblo calagurritano. Me sentí muy arropado. Y al día siguiente fue en Logroño y en Santo Domingo. Después de diez años destacaría cosas tan sencillas como el comienzo de curso en Valvanera. Allí presentamos el plan pastoral del año y he visto cómo se ha ido incrementando la participación de la gente. Damos mil comuniones. Y luego destacaría el trabajo que se hace para seguir evangelizando.
¿Su 'hoja de ruta' se ha ido cumpliendo conforme a lo planeado?
A veces una cosa no sale como esperabas, pero bueno... Yo siempre tengo un principio: lo importante es sembrar; la cosecha la dará Dios. Y unas veces, como el labrador, se siembra y hay buena cosecha y otras veces la pedrada lo destruye pero no se pierde la esperanza. Al año siguiente volverá a sembrar. Nuestro trabajo, en el fondo, tiene que ver mucho con la educación porque es transformar la sociedad transformando el corazón de las personas ante el mensaje de Jesucristo. Es un trabajo de pedagogía que unas veces sale bien y otras no pero lo importante es sembrar. A veces, se puede sembrar en una reunión o en el sermón de una boda y de momento no da fruto pero ahí queda. Igual ocurre en la enseñanza: se educa y no se ve pero pasan los años, la persona madura y recuerda lo que se le enseñó. Ha producido su efecto. Yo creo que estamos en esa línea de evangelización.
Usted es un obispo con buena prensa; incluso se le barajó para la terna de la Conferencia Episcopal.
[Silencio] Bueno... eso son pequeñas cosas. Lo importante es trabajar. La verdad es que los obispos nos llevamos bien. A mí me toca trabajar en ámbitos muy gratificantes. Soy el consiliario nacional de Manos Unidas y este trabajo lo valoran mucho. Luego, soy presidente de la Comisión Pastoral Social, que integra Cáritas, justicia y paz, la pastoral penitenciaria, semanas sociales... Es muy gratificante. Hay que ver el mundo del dolor, te hace sufrir pero también ves que cuando te acercas ellos lo agradecen, te humaniza... [y el obispo subraya estas dos palabras].
Quienes le conocen destacan la cercanía de sus homilías.
Uno trata de hacerse cercano para que le entiendan. He sido profesor y me daba cuenta de los límites del discurso racional, que es muy bonito, pero eso es para una charla, para una clase. En una homilía, que es poco rato, hay que captar la atención y hay que darse cuenta de que el público es muy diverso: tienes el profesor de la universidad, la tía María sencilla de la calle... Captar su atención y llevar el mensaje a todos no es fácil pero he aprendido mucho de lo que hacía Jesús en el Evangelio. Utilizaba un lenguaje narrativo, ponía muchos ejemplos y uno mismo sacaba las conclusiones. Yo intento seguir ese ejemplo de Jesús en el Evangelio.
Cuando les acusan de posicionamiento político, ¿la Iglesia debe tener un posicionamiento político ante los problemas que acucian ahora en la sociedad?
Lo político viene de polis y polis es la ciudad, es decir, los ciudadanos. Todo lo que afecte al bien común y a los derechos humanos es patrimonio de todos y también de la Iglesia. Lo que no tendría que hacer la Iglesia es partidismo. Si hace algún posicionamiento, que sea para defensa de los débiles, la libertad, los derechos, la justicia... Por ejemplo, ante el tema del aborto, cuando se nos dice que por qué nos metemos. Estamos defendiendo al no nacido, a quien no se puede defender. No atacamos a un partido político, atacamos la situación de injusticia, de falta de derechos. O sea, la Iglesia no debe hacer política partidista, sí debe hacer un trabajo por el bien común.
¿Va a ser Francisco un Papa revolucionario?
Tiene carisma y un don de gentes impresionante. Es un hombre que habla con los gestos y eso llega al corazón de la gente. Su cercanía al dolor, su austeridad, su sinceridad, su coherencia. Es un hombre que vive lo que dice y se nota. Creo que es un Papa que nos da mucha esperanza y nos hace, de alguna manera, volver a la frescura del Evangelio como Jesús.
Parece un Papa que va con los tiempos que nos tocan.
Mi convicción es que Dios nos manda en cada momento al Papa que necesitamos.
¿Sus retos de futuro?
Me preocupa la familia, su desestructuración porque hay mucho sufrimiento y si hay hijos aún más. Me preocupa cómo hacer que la familia, el amor permanezca y crezca. Me preocupan los jóvenes, muchos viven al margen del mensaje del Evangelio. Y de alguna manera el futuro de la fe está en las generaciones jóvenes. Esa desafección hacia las instituciones, no solo la Iglesia. Buscan el y caen en esas adicciones y ese relativismo que les produce desazón. No encuentran esperanza en la sociedad, no saben qué hacer con la familia y encima en la religión no encuentran, o no lo sabemos dar, un poco de esperanza y de sentido a la vida. Es un reto cómo dar ilusión. Y me preocupa, aunque no me angustia, el tema de las vocaciones religiosa y sacerdotal.
Y de esta diócesis ¿dará otro salto?
Eso son preguntas que hay que hacer a quien manda. Y quien manda es el Papa. El Papa dice que los obispos tienen que permanecer en su diócesis el máximo tiempo posible. Ahora, claro, alguna vez tiene que cambiar. Pero ni tengo indicios, ni creo que se vaya a producir, ni tengo ganas. Estoy muy a gusto aquí.
Igual le llaman para tareas más altas... la Conferencia Episcopal.
Presidente solo hay uno y entre 82 obispos es muy difícil que le toque al de La Rioja. Y ahora está asegurado por tres años.
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