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Pilar Hidalgo
Miércoles, 7 de mayo 2014, 01:00
Se casaron en diciembre y, como no han hecho ningún viaje en este tiempo, ésta es su luna de miel. Ainhoa Reyes y Gabriel García iniciaron ayer en Logroño el recorrido que les llevará a dar la vuelta al mundo en bicicleta.
Nerviosos y tremendamente ilusionados tomaron la salida en El Espolón, el singular «kilómetro cero» de esta aventura que les conducirá por todo el globo. Marchan ligeros de equipaje (algunos recambios y herramientas para la bici, un hornillo y un juego de cacerolas, ropa, la tienda de campaña, dos sacos y «jabón Lagarto para todo, tanto para el cuerpo como para lavar») y con los ojos muy abiertos, dispuestos a que el camino les sorprenda. «Somos como esponjas y queremos que el objetivo de este viaje venga a nosotros», afirmaba Ainhoa antes de comenzar a darle a los pedales.
No se han preparado en exceso, ya que van sin prisas. Aunque atesoran cierta experiencia a la hora de realizar grandes viajes sujetos a un manillar. «Hace tres años estuvimos en Holanda y Bélgica para probarnos, porque son países llanos. Luego realizamos el Camino de Santiago y hace dos años fuimos a Japón, puesto que Ainhoa se había doctorado con una tesis sobre las relaciones entre este país y España», relata Gabriel. No encontraron ningún resto del paso de los españoles por esos lares hace cuatro siglos, «pero nos picó el gusanillo y descubrimos un paisaje y a gente maravillosa».
Así que era cuestión de tiempo que surgiera esta aventura, para la que cuentan con el respaldo de la Universidad de La Rioja, donde Ainhoa trabajó cuatro años como investigadora. «Buscamos sitios ligados al arte y la historia», señala la joven, y muchas veces llegan a ellos a través de las personas. «La gente es la esencia de un país y de su cultura».
Más o menos han bosquejado el itinerario de su ruta. «Lo tenemos planeado hasta Irán», reconoce la chica. Luego el destino o la suerte les guiarán. No quieren que les ocurra como en el viaje de Japón, para el que lo llevaban todo medido. «Antes disfrutamos del destino, ahora del camino». Están seguros de que conocerán personas extraordinarias. «Lo que más nos sorprende siempre es la hospitalidad de la gente. Saliendo te das cuenta de que hay más personas buenas que malas», apunta Gabriel.
Los pequeños hitos de cada día los recogerán en el blog Companniers (un juego de palabras entre compañeros y 'panniers', el vocablo inglés de alforja). Y como aliadas inseparables en esta aventura, sus bicicletas. «Quince kilómetros a la hora es la velocidad perfecta para ver la vida».
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