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MARÍA JOSÉ GONZÁLEZ GALINDO
Sábado, 3 de mayo 2014, 22:13
Chad. A kilómetros de Yamena, la capital del país. Ruth Abarzuza, oftalmóloga riojana, llega en todoterreno a un poblado miserable tras un viaje terrorífico. No hay nada. Ni carreteras, ni agua corriente, ni luz eléctrica... Nada, la más absoluta y vergonzosa nada para una humanidad, tan capaz de conquistar el espacio exterior como incompetente para acabar con las diferencias entre naciones, continentes y pueblos.
Un generador aporta la energía eléctrica necesaria para abastecer el milagroso quirófano equipado por la ONG Ilumináfrica en un hospital construido por una congregación católica. La cirugía es manual, a la vieja usanza.
Le traen en brazos. Se trata de un varón adulto enfermo de polio y ciego por unas cataratas. La doctora Abarzuza y sus colegas le intervienen con éxito devolviéndole la vista. ¿Sólo la vista? No, este hombre ha ganado autonomía y capacidad para desenvolverse por sí solo en una sociedad donde la dependencia margina, aísla y empobrece aún más a los pobres.
Al día siguiente, el paciente vuelve a consulta para someterse a la revisión. Hoy lo hace solo. Nadie le lleva aupas como a un bebé aún sin destetar. Se mueve ayudado de sus brazos, sí, pero solo.
Ruth Abarzuza es una de las trece médicos colegiados en La Rioja que cooperan con diversas ONG. Por especialidades, hay tres de Oftalmología, uno de Ginecología, dos de Pediatría, uno de Cirugía General, uno de Urgencias Hospitalarias, uno de Urología, uno de Medicina Interna, uno de Medicina General, uno de Aparato Digestivo y uno de Medicina Familiar.
La cooperación es la más solidaria de las especialidades de la Medicina y se puede practicar de diferentes formas. Hay médicos que no cuelgan la bata en vacaciones y dedican las semanas de descanso a ejercer su profesión en los destinos más olvidados del planeta. En las maletas de estos profesionales riojanos no hay espacio para los bañadores y las chancletas de playa. Ellos las convierten en una preciosa valija en las que llevar su indumentaria quirúrgica, suturas, medicación, equipos...
Es el caso de Ruth Abarzuza y, también, de la ginecóloga riojana Natalia Pagola, que trabaja en un centro hospitalario de Madrid. Esta joven calagurritana se asoció hace cinco años a la ONG 'Mujer y Madre' que fundaron unos ginecólogos de la capital de España y que se dedica a abrir maternidades en África, formando a los médicos locales y mejorando las condiciones de los paritorios.
Hace dos años estuvo en Guinea Bissau para colaborar en la campaña de citologías que anualmente desarrolla la ONG y formar a los médicos locales, «que es lo importante de la cooperación». Fueron quince días en los que, en difíciles condiciones (utilizaba una linterna frontal para mejorar la visión), practicó cerca de setenta intervenciones quirúrgicas, incluidas dos cesáreas, a mujeres a las que se les habían detectado lesiones precancerosas en el cuello del útero. Un problema con una fácil solución en Occidente, pero gravísimo en Guinea Bissau, donde la mortalidad materno-infantil es altísima. «En España -explica-, las mujeres jóvenes y sanas no piensan que pueden tener complicaciones en los partos; pero allí, en Guinea Bissau, las mujeres dan por hecho que es posible que mueran al dar a luz o que su hijos no logren sobrevivir al parto». Así que «cuando ven que todo ha salido bien, se muestran muy agradecidas, y eso es muy gratificante, porque ayudar a los demás te deja con una sensación muy buena». Por eso, Pagola anima a otros colegas a participar como voluntarios.
También lo hace Abarzuza: «A pesar de todas las dificultades merece la pena. Te enriquece como persona y te hace ser consciente de la realidad del mundo y de que somos unos privilegiados. Animo a todo el mundo a ir. Es una experiencia buenísima... aunque te da rabia que haya tantas diferencias».
Más prudente se muestra, sin embargo, la pediatra Caridad Garijo: «No se puede convencer a nadie para que haga cooperación. Le puedes ayudar y asesorar, pero esto es algo que tiene que partir de uno mismo. Es un espíritu que se tiene o no se tiene».
Garijo está retirada en estos momentos, pero cuando ejercía su profesión de forma activa formó parte de los equipos de emergencias que se trasladan a zonas de catástrofe humanitaria. Otra forma de ejercer la cooperación.
Esta conocida pediatra riojana ha trabajado en Tailandia, Haití y Filipinas: «Siempre en los momentos más desastrosos». Sus desplazamientos le han servido para constatar que a estos países «les queda mucho para salir adelante por sí mismos». En especial, Haití, «donde la pobreza es tremenda».
Garijo baraja ahora nuevos proyectos de cooperación. Ya no acudirá a emergencias, «porque estoy retirada profesionalmente», pero sí espera colaborar en el desarrollo de programas a corto o medio plazo. Por fin ha visto cumplido «un sueño que siempre había tenido; pero ya sabes... te complicas la vida, te casas, tienes hijos... Te atas».
El especialista en Aparato Digestivo Joaquín Yangüela bien sabe lo que es coordinar ese tipo de programas, la tercera forma que existe de cooperación médica. Yangüela lleva quince años colaborando con Cáritas y también con la ONG Anacaona en el desarrollo de proyectos de dispensarios médicos, prevención de la transmisión del sida a los hijos, proyectos agrícolas y promoción de la mujer en Mozambique, Colombia y República Dominicana.
En este último país estuvo trabajando cinco semanas el año pasado en un batey, un sitio de trabajadores haitianos que recogen caña de azúcar: «Trabajan por un sueldo mísero y además no tienen nacionalidad. Son hijos de inmigrantes ilegales y no tienen ningún derecho. Viven en situaciones lamentables». La mayor parte de las atenciones es a nivel muy básico: molestias, infecciones, problemas respiratorios... «Trabajamos con unas monjas y tenemos los medios esenciales de medicación y de curas. Cuando hay una enfermedad seria, los hospitales de la zona son absolutamente rudimentarios». El año que viene espera volver a República Dominicana porque «es gente muy agradecida y siempre, siempre, recibes más de lo que das». Antes lo hará su hija Ana (economista). Le acompañó durante el 2013 para trabajar con los niños y «este verano se va con cuatro amigas».
Y la cuarta forma de cooperación médica: trabajar para las ONG. Es el caso de Stella Quintana (Medicina General), en 'plantilla' durante muchos años de Médicos sin Fronteras y Médicos Mundi. Ha trabajado en diez países, en proyectos de salud comunitaria; programas de lepra, tuberculosis, sida y enfermedades de transmisión sexual; malnutrición, epidemiología y saneamiento. «Todos los países me han impactado y ¡claro que me afecta la situación de mis pacientes!; sobre todo si son niños».
Empresas cooperantes
Al margen de los médicos, diversas empresas riojanas también colaboran en cooperación destinando parte de sus beneficios anuales. Son los casos de Fluchos, que participa en la iniciativa Huellas, que da nombre a una colección de zapatos cuya venta reportará fondos para acciones solidarias, y de Resonancia Magnética. «Llevamos cinco o seis años ayudando a diferentes organizaciones -explica su gerente, Rodolfo de Carlos-, pero hemos decidido destinar todo el dinero a Cáritas para acciones en La Rioja». Esta firma también valora intervenir en un proyecto en Bolivia.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
David Fernández Lucas | Logroño
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