Imagen del Casco Antiguo de logroñés en la que se ve un solar abandonado y el esqueleto de un edificio a medio construir

Lo que la burbuja nos dejó

El estallido de la crisis inmobiliaria dejó en La Rioja residenciales a medio construir, solares abandonados y espacios de ocio a los que hay que encontrar una utilidad

Inés Martínez

Miércoles, 23 de abril 2014, 11:54

Lo que hace unos años eran barrios con grúas por doquier, solares llenos de ladrillos, trabajadores en plena actividad, carteles del Plan E en cada esquina, millones destinados a la construcción de nuevas urbanizaciones, espacios de ocio nuevos y rehabilitaciones de edificios casi destinados ... a la demolición, ahora son residenciales a medio construir, solares vallados en los que la hierba se ha apoderado de cuatro hierros abandonados y espacios de ocio a los que hay que encontrar una utilidad. Con una grave consecuencia adicional, sobre todo en tiempos de sombría actividad económica: millones de euros tirados directamente a la basura.

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¿Algún ejemplo? Hay numerosos. Sólo el polideportivo de Sojuela, hoy una especie de buque varado a las afueras del municipio, se presupuestó en 4 millones de euros que carecen de utilidad. También buscan nuevo dueño muchos de los adosados construidos en la urbanización. Sin salir de la capital de La Rioja, las operaciones fallidas recuerdan también los buenos tiempos que se fueron y tardan en volver: el solar desierto de Maristas recuerda los 42 millones que costó un cambio de propiedad que, finalmente, ha dejado el edificio en manos de un banco. De la Caixa, concretamente.

Vegetación abandonada, farolas rotas que no alumbran a nadie, calles sin asfaltar: un paisaje de desolación común a unos cuantos proyectos. Es el caso de unos cuantos edificios ideados por la constructora Comsa, que también la crisis se llevó, con la consiguiente repercusión en los bolsillos: sólo en Martínez Zaporta una parcela vacía apunta el tiempo en que se anunciaban los pisos a 84.000 euros. La cuenta sale fácilmente: eran casi cien viviendas que finalmente no se han edificado. De nuevo, millones de euros sin dueño ni destino.

La burbuja estalló y con ella ciudades, pueblos, aldeas y pedanías riojanas han visto cómo a su alrededor dejaron de sonar los picos, hormigoneras y taladradoras y quedaron horrores urbanísticos que probablemente nunca tendrán una solución. Sólo hay que darse un paseo por cualquier localidad riojana y observar los esqueletos que las adornan.

Años después de que estallara aquella burbuja y ahora que (aseguran) el sol vuelve a brillar de nuevo en el sector urbanístico, todos aquellos proyectos abandonados siguen ahí, formando parte de la nueva estética de las ciudades.

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En larioja.com nos hemos propuesto contabilizar, identificar y señalar esos horrores urbanísticos y para ello hemos creado este mapa, con el objetivo de que sean los propios lectores los que alimenten con sus aportaciones este localizador de los desastres que nos dejó la crisis.

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