Regreso a los orígenes
Doctor en Viticultura y Enología ·
juan carlos sancha
Lunes, 27 de enero 2020, 07:37
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Doctor en Viticultura y Enología ·
juan carlos sancha
Lunes, 27 de enero 2020, 07:37
Mi amigo Balti siempre ha distinguido entre «ser de pueblo» ['pueblerino'] y «ser de campo» ['campechano']. Yo, como Balti, me considero de campo porque tengo la suerte de vivir en el campo, frente a una viña que he plantado con mis manos, a herrón, y ... con vistas a un olivar bicentenario que plantó el abuelo de Beni. Me levanto todas las mañanas viendo una paleta de colores que cambia con cada estación con las choperas del Najerilla al este y la viña al oeste.
Reconozco que es para tenerme envidia. Todos mis amigos y amigas me lo dicen, pero casi todos, menos Balti, se han ido a vivir a la ciudad. Yo he nacido en Baños de Río Tobía, que no forma parte de la España vaciada, al menos de momento, aunque no dejamos de perder habitantes desde 1991. ¿Por qué disminuye la población de una localidad que tiene una industria potente maderera, chacinera y ahora, un poco, también bodeguera? La respuesta es que no tienen atractivo los pueblos frente a las ciudades. Los españoles somos 'gregarios' y nos gusta salir y ver escaparates debajo de casa. Yo me acostumbré en Madrid a desayunar fuera de casa y lo sigo haciendo en mi pueblo, en el bar 'Sonia' todas las mañanas, sobre las 7.15 horas, que suele estar lleno, aunque de trabajadores que se desplazan desde Nájera y Logroño hacia los pueblos para trabajar, pero que prefieren no vivir en ellos. Baños tiene consultorio médico, bares, restaurantes ('El Ágora), viviendas turísticas, tiendas de alimentación, peluquerías y hasta boutiques de ropa ('Noemí'), es decir, servicios, pero no deja de perder población.
Nací en Baños, donde hice la EGB completa, mientras los 'ricos' se iban a estudiar internos a Logroño. Para completar el Bachillerato tuve que acudir todos los días a Nájera y volvíamos normalmente a dedo porque el autobús regresaba demasiado tarde. Después me fui a la Universidad a Zaragoza a estudiar Ingeniería y al acabar, a Madrid a hacer un master de Enología porque en La Rioja no había nada.
Tuve suerte, terminé en Madrid un viernes y el lunes ya estaba trabajando... sin parar hasta ahora. He trabajado en Logroño compartiendo el trabajo en la empresa privada con la docencia en La Universidad de La Rioja y he vivido cómodamente durante más de 20 años en un piso en el centro de la capital.
Pero yo nací en la cama de mi madre, no en un hospital. Fui de los últimos, ya que las siguientes generaciones nacían en el Hospital y en su DNI ponía nacido en Logroño en lugar de en su pueblo natal.
El nacer en la cama de tu madre obliga a hacer algo por tu pueblo... y en ello estamos. Es una decisión compartida con mi mujer Marian. Con las 2,5 hectáreas de viñedos que tenía de mis padres y comprando alguna viña vieja más, hicimos una bodega en mi pueblo para lo que pedimos un crédito y salimos al mercado en plena crisis: hemos tenido suerte y nos ha ido bien. En el 2008, cuando nacieron los niños, decidimos irnos a vivir a Baños. Hemos vendido el piso de Logroño y hablo en nombre de los dos cuando digo que no nos hemos arrepentido ni un solo día de nuestro cambio de vida. Cambio que, sin duda, recomendamos.
Mi mujer trabaja en Logroño y tarda 25 minutos escasos en llegar todas las mañanas, cuando viviendo en Logroño tardaba 15. El panorama del valle del Najerilla es muy preocupante. Excepto Baños y Anguiano, la mayoría de los pueblos van a quedar casi deshabitados en invierno durante los próximos diez años. Es necesario hacer algo para evitar la despoblación de los pueblos, esa España olvidada. Tenemos que mejorar la imagen del entorno rural, ya que es evidente que lo hecho hasta ahora no es suficiente.Tenemos que generar las condiciones para que se instalen empresas o negocios en los pueblos y que puedan atraer a jóvenes a vivir en ellos. Una medida interesante sería que las cuantías de las subvenciones a la creación de empresas sean superiores. Asimismo, es necesario desarrollar líneas de transporte público que garanticen a diario el transporte a la ciudad.
Desde el punto de vista territorial tenemos que modificar la reglamentación urbanística para hacer que sea más flexible y ágil en los pueblos. Hay que facilitar que se instalen bodegas e industrias agroalimentarias, sin necesidad de tener que hacer un polígono industrial. Y, por supuesto, hay que impulsar de nuevo la agricultura y la ganadería por la importancia que ésta tiene en la conservación de nuestros bosques.
Es importante destacar el papel que han tenido las denominaciones de origen, en especial Rioja, en el mantenimiento de la población rural:las bodegas privadas y las cooperativas vínicas han generado riqueza y perspectivas de futuro en los pueblos. Hoy un viticultor en Rioja todavía puede vivir con unas seis hectáreas de viñedo, tener libertad de horario y trabajar en un paisaje maravilloso. Nada tiene que ver el viticultor del 4L o de la C-15 de hace 40 años con el actual que va en todoterreno de alta gama. Muchos de estos viticultores viven en la ciudad y van todos los días a trabajar al viñedo del pueblo. Entre todos, tenemos que intentar que nos quedemos a vivir en los pueblos.
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